Miles de espectadores y lectores de todos los rincones del mundo no podrán olvidar los chascarrillos y chistes del hombre del habano, bigote pintado y cejas postizas. Un talento indiscutible que decía adiós el 19 de agosto de 1977, cuando falleció en Los Ángeles, víctima de una neumonía.
Morirse, pensaba Groucho, tenía poco mérito. “Lo único que necesita es haber vivido lo suficiente“. Cuando el camarero le preguntaba que quería, contestaba que “mujeres, ¿y usted?”.
Julius Henry Marx, Groucho para el mundo, fue el de más fuerte personalidad de los hermanos, aunque sus mayores éxitos los consiguió formando el inolvidable trío cómico con Chico y Harpo en filmes que han quedado inscritos en las antologías del mejor cine de humor. Títulos como Una noche en la ópera, Un día en las carreras y Los hermanos Marx en el Oeste puede decirse que son imperecederos, y todavía continúan proyectándose con éxito en las salas comerciales y son emitidos por la televisión.
Por eso, las modernas generaciones han tenido ocasión de conocer a estos artistas incomparables, que llevaron al cine un estilo distinto, un humor ácido, corrosivo, que hacía reír, sobre todo a los adultos.
Nacido el 2 de octubre de 1895 en Nueva York, Groucho debutó siendo un niño, formando parte de una compañía de variedades, junto con sus dos hermanos mayores, que ya se habían especializado como payasos musicales.
Después de unos comienzos titubeantes, la imagen de los Hermanos Marx quedó acuñada en el celuloide. Zeppo se descolgó pronto. Harpo hacía de mudo y se comunicaba a golpe de bocina. Chico llevaba sombrero apayasado y chaquetilla corta. Y Groucho, ataviado con su frac de colas, dejaba desconcertados a señoronas, embajadores y magnates con su descaro burlón.
Con sus hermanos pasó por el music hall, revistas musicales y el teatro, pero fue el cine el que le hizo universal gracias a las películas de la Paramount (El conflicto de los hermanos Marx, Pistoleros de agua dulce y Sopa de ganso) y la Metro Goldwyn Mayer (Una noche en la ópera, Un día en las carreras, Una tarde en el circo y Los hermanos Marx en el Oeste).
Su filmografía suma casi treinta películas y, cuando abandonó la gran pantalla en los setenta, se volcó en los libros, entre los que destaca el que escribió a una de sus hijas, a Miriam, Con amor, Groucho. Cartas a su hija. También plasmó su firma en Camas y en sus corrosivas memorias Groucho y yo, Memorias de un amante sarnoso y Las cartas de Groucho. Groucho, que se casó tres veces y vivió sus últimos años con su secretaria y manager.
Puede que no fuera el mejor actor cómico del mundo, pero sí un maestro en el difícil arte de hacer reír, la ironía y el sarcasmo. “Perdonen que no me levante” es el epitafio elegido por Groucho Marx, desaparecido hace 33 años, y cuyo último deseo fue ser enterrado “encima de Marilyn Monroe”.
Sin embargo, el presunto epitafio del más popular de los Hermanos Marx es una “leyenda urbana” que ha tenido un gran eco. Lo cierto es que cuando se cumplió el centenario de su nacimiento, numerosos medios de comunicación lo incluyeron en sus informativos. No obstante, es completamente falso, y lo más seguro es que naciera como un chiste que poco a poco fue tomando visos de realidad.
Según establece su biógrafo, Stefan Kanfer, Groucho está enterrado en el cementerio de Eden Memorial Park, en el valle de San Fernando y en él está la placa de la imagen, nada más. De cualquier manera, se halle en el cielo o en el infierno, logró que se partieran de risa ángeles o demonios, como lo hicieron antes varias generaciones de espectadores y lectores. Su humor inteligente y su genial verborrea, acompañada por frases memorables, aún reviven en las películas y libros que nos dejó y continúan siendo admirados por millones de fans.
Hace 33 años, tal día como hoy, su cadáver fue incinerado, como había dispuesto en su testamento. Groucho Marx, será recordado siempre como uno de los mejores actores cómicos de la historia del espectáculo y, sin la menor duda, como el más original y el más absurdo de todos.
Groucho Marx: 33 años muerto de risa. Texto: Noelia Macarro. RTVE.es .19.08.2010