El poeta, dramaturgo y novelista argentino Arnaldo Calveyra, considerado una de las voces más originales de Latinoamérica, falleció en París el 15 de enero de 2015 a los 85 años de edad como consecuencia de un infarto al corazón.
Casi todos sus libros fueron escritos en español y publicados primero en francés por la prestigiosa editorial Actes Sud. El Gobierno galo lo condecoró con la Ordre des Arts et des Lettres. Sólo comenzó a editarse en español hace unos 20 años. Hasta entonces fue un gran desconocido para la mayor parte de sus compatriotas argentinos. El reconocimiento en su país le llegó tarde, pero le llegó. La Universidad Nacional de Entre Ríos, provincia donde nació en 1929 y que le sirvió de inspiración, publicó su “Teatro reunido”, donde destacan las obras El diputado está triste, Moctezuma, y La selva, entre otras.
En su primer libro, Cartas para que la alegría, publicado en 1959, escribió ya unos versos que resultarían memorables: “En el ferry fue tan lindo mirar el agua. / ¿Y sabes?, no supe que estaba triste hasta que me pidieron que cantara”. Y el último texto de su Poesía reunida (Adriana Hidalgo Editora, 2012) decía: “Deseos de escribir la palabra ruiseñor, de quedarme con ella toda la siesta y ver si cuando merme el sol se puede divisar un ruiseñor o a un lindo boyerito”. Alguien habrá recordado hoy sus versos.
In Memoriam:
Yo muero todavía
Te lo digo, te lo digo, tienes que creerlo, nos estamos
volviendo esta cosa increíble que es el amor, un brazo es un
abrazo, las estrellas más se internan descalzando floras, tus
enanos muertos que pisabas ayer tarde, el agua, las aguas
aquellas que miramos con un oído atento hacia las caras, sin
saberlo, sin saberlo.
El viaje largo presentido, larguísimo callado, la casa por
la copa de los álamos, el lado de sombra de tus ríos, la pandora
alta queridísima entregada con una mano, aquella
palabra que llegó una tarde a pasar la vida con nosotros.
Encendido por el viento, ningún manantial pisa la tierra,
el amor había nomás que darlo todo, si no ¿quién habría de
quedarse en casa cuando ya todos nos hayamos ido?, invierno
de aquel año en qué moríamos de niños, nada cesa pero
el amor no cesa, ¡qué mineral cuánta greda en un fantasma!
Yo sé, tienes que creerlo, yo muero todavía, ya me animo
al amor con los ojos abiertos, yo lindo todavía, alambrada
mía, río de sonda que me paras en dos patas de conseja
camino hacia tus bocas, dame de esas lámparas que pasan,
de esas estelas que se apagan al hallarse, llévame para siempre
conmigo fuera mío, no dejes que yo entre más en tantas
casas sin hallarte, los mil dedos por noche de mis manos,
laberinto que no extravías al que abre la boca sin su grito
mudo, escucha, no escuches a las alas que no coinciden al
cerrarse, nos estará, sí, ya gozando la inolvidable muerte.
De: “Iguana, iguana” en “Cartas para que la alegría- Iguana, Iguana”, Editorial Libros de Tierra Firme, Colección de Poesía Todos bailan, 1988.
No me has encontrado, me anduve empapando de rocío. Temprano irisado. / Iba cantando, iba contándome, iba abriendo maizales con el canto al canto. / Los perros lo toreaban a Dios de tan visible. / ¡Despierta, viene el día, un pájaro se suelta de los ríos, despierta!/ Le van quedando dos velas a la luna, vela del sur, vela del oeste, mariposa, mariposa enloquecida con su sombra descubierta. / ¡No queda nadie en casa! ¡No duermas más, despierta, el agua no tiene imágenes, los caballos no imaginan!…/Anda con el telegrama por el monte. Voy a su encuentro, el telegrama tiene una flecha con mi nombre. Le queda un poco de luz a la sombra, verde, sombra del pájaro, y en seguida oscuro y esa voz con mi nombre./ (Si pudiera salirme de mi nombre, entrarme en el trébol con su oferta de imanes…) / – Una piedra, su caballo casi rueda. Arena ahora. Agua. Sendero ahora. / Ahora llega aquí donde lo aguardo, desde lo alto de su oscuro ha de leerme esta palabra.
De “Libro de Mariposas II”, Arnaldo Calveyra.
“Palabras a no dudarlo, palabras, no otra cosa. Palabras en lugares, las mismas en diferentes textos, palabras vueltas del revés desde la primera letra. A punto de poema. Halladas en ocasiones, en lindes de un olvido, en manos aún torpes de aprendices de sol y de sombra, ¿poesía qué, cuándo, poesía cómo? Acentos tales. Palabras que quieren decirnos algo oculto desde siempre por las parcas de los sueños, escondido entre los pliegues.”
De “Apuntes para una reencarnación”, Arnaldo Calveyra.
Otros enlaces de interés:
Arnaldo Calveyta en Tusquest Editores.
El hombre que contemplaba escribiendo – Página 12.
ENTREVISTA | “Argentina está presa” (29/4/2014) – El País.com.
En defensa de Calveyra’, por JUAN CRUZ – El Pais.com.
Selección de poemas de Arnaldo Calveyra – La Nación.
Arnaldo Calveyra – Poetas Siglo XXI. Antología Poesía.
Videos en YouTube:
Arnaldo Calveyra lee un fragmento de “La siesta del domingo”, del libro “Iguana, iguana”.
El viaje sentimental de Arnaldo Calveyra.
Entrevista a Arnaldo Calveyra en el programa “Los siete locos”.
Archivado en: Memorias, Obituarios