Revista Cine
Día de luto para el cine americano tras conocerse la noticia del fallecimiento de Tony Curtis y Arthur Penn.
Tony Curtis pasará a la historia del cine como uno de los actores más atractivos físicamente pero no hay que olvidar que fue capaz de consolidar una carrera brillante, a lo largo de casi sesenta años, en los que intervino en más de 120 películas.
Nacido en 1925 en el Bronx neoyorkino, la infancia de Bernard Schwartz estuvo marcada por la más absoluta de las precariedades. Hijo de una familia de inmigrantes checos, vivió de cerca la pobreza y la desestructuración social de la época. Él y su hermano Julius llegaron a quedar bajo la tutela del Estado en varias ocasiones debido a la falta de medios en su hogar familiar.
Predestinado a buscar su propio camino antes de tiempo, se enroló en cuanto pudo en la Marina formando parte de la tripulación del submarino USS Proteus. Tras tres años en el teatro de operaciones del Pacífico, fue licenciado y decidió dirigirse a Nueva York para estudiar interpretación en el intento de cumplir la que había sido su pasión desde niño cuando quedó subyugado por la fuerza del cine en una pequeña sala del Bronx.
En una de las audiciones en las que participó, logró captar la atención de la cazatalentos Joyce Selznick, a la sazón sobrina del poderoso productor David O'Selznick. Bajo el amparo de semejante familia y ya con el nombre artístico de Tony Curtis, aterrizó en Los Angeles en 1948 iniciando una carrera como actor desde la base, apareciendo en personajes de poca repercusión, hasta que le llegó la oportunidad de trabajar en Winchester 73 (1950) junto a James Stewart. Ese papel supuso su lanzamiento definitivo y, a partir de entonces, empezó a encabezar repartos destacando especialmente en el género de aventuras. La década de los 50 vivió su ascenso y consolidación con grandes títulos como Su Alteza el Ladrón (1951), El Gran Houdini (1953), Coraza Negra (1954), Trapecio (1956), Chantaje en Broadway (1957), Los Vikingos (1958), Fugitivos (1958), o Con Faldas y a lo Loco (1959).
En 1951 contrajo matrimonio con la actriz Janet Leigh formando la pareja de oro de Hollywood hasta su divorcio en 1962. Sus dos hijas también se han dedicado a la interpretación aunque la que más ha destacado es, obviamente, Jamie Lee Curtis.
Tras divorciarse de Leigh, Curtis se casó con la joven co-protagonista de su film Taras Bulba, Christine Kaufman. Tras un nuevo divorcio en 1968, Curtis volvería a pasar por el altar en cuatro ocasiones más.
En la década de los 60, siguió manteniendo su estatus participando en clásicos como Espartaco (1960), Taras Bulba (1962), Capitán Newman (1963), o El Estrangulador de Boston (1968), una película que Curtis siempre consideró como su mejor trabajo en cine.
En los 70 y 80 sus apariciones se fueron reduciendo progresivamente así como crecía su declive físico. En los últimos años realizó diferentes cameos en varias películas aprovechando aún su indudable carisma.
Su propia hija, Jamie Lee, ha publicado una nota de prensa en que comunica su fallecimiento, en el día de ayer, en su domicilio de Las Vegas a los 85 años de edad. Un severo ataque cardíaco ha puesto fin a la vida de uno de los grandes de Hollywood.