Revista Cine

In-Sectos

Publicado el 26 noviembre 2010 por Diezmartinez
In-Sectos

Escribí la siguiente reseña para Reforma hace dos años, por lo menos, ante el inminente estreno comercial de In-Sectos. La película nunca se exhibió y la reseña nunca se publicó. Finalmente, In-Sectos se exhibe ahora y en la Cineteca Nacional. A saber por qué nunca mereció corrida comercial en México esta cinta que, con todo y sus problemas, resulta más que notable.

In-Sectos (Bug, EU, 2006), el más reciente largometraje del gran maestro del cine setentero/ochentero William Friedkin (Contacto en Francia/1971, El Exorcista/1973,Cruising/1980, Vivir y Morir en Los Ángeles/1985), está basado en una exitosa obra de teatro off-Broadway adaptada al cine por el mismo autor, Tracy Letts.

Estamos ante una irritante pieza mayor que coloca en el centro de su insoportable drama/comedia/horror/farsa la relación enfermiza, mutuamente dependiente, entre una solitaria mesera alcohólica aún guapa, Agnes White (Ashley Judd) -asediada por su violento exmarido (Harry Conick Jr.)- y un extraño hombre llamado Peter (impresionante Michael Shannon, que interpretara en el teatro a este personaje) quien, de entrada, afirma que no es un asesino serial –y no lo es, aunque oculta algo que no sé si sea peor.

La única debilidad de la cinta no es atribuible a su impecable reparto ni a la concentrada dirección de Friedkin, quien ha hecho su mejor cinta en dos décadas. El problema radica, creo, en la obra original de Letts: aunque se puede entender lo que llevó a Agnes a aceptar y a proteger a Peter –la mujer perdió a su hijo varios años atrás en un supermercado, su exmarido aparece de vez en cuando para golpearla y quitarle el poco dinero que tiene-, no creo que esté suficientemente justificado el “contagio” paranoico/esquizofrénico de ella. Parece claro, por lo menos al inicio, que Agnes le sigue la corriente a Peter por pura soledad pero, después, ¿realmente el amor por ese tipo la ha llevado a creer en todas las elaboradas teorías conspirativas que Peter recita sin respirar?

Algo es cierto: la dirección de Friedkin, de vuelta al buen cine desde Vivir y Morir en Los Ángeles, es impresionante. No sólo tienen un perfecto sentido dramático el claustrofóbico diseño de producción de la película y su cuidadísimo manejo del sonido –éste es un filme que hay que ver y escuchar-, sino que la creciente intensidad de los intérpretes es comparable con la bien calculada puesta en imágenes, que va subiendo de tono y desbocándose hacia su excesivo final que nos deja sintiendo genuinos escalofríos, sin comprender bien a bien qué es lo que acabamos de atestiguar. Acaso sea la resurrección fílmica de William Friedkin. Que así sea.


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