Revista Opinión

Iñaki Zumake, mi amigo.

Publicado el 14 abril 2011 por Romanas
Iñaki Zumake, mi amigo.No sé si mi cariño al pueblo vasco es interesado. Tal vez. Pero lo experimento desde muy chico y he de reconocer, ante los que denigran el fútbol, que tiene mucho que ver con el Atlétic de Bilbao. Mi padre que, entre otras muchas cosas, fue entrenador de este deporte, me inculcó el cariño y el respeto por un club que basó toda su ejecutoria en componer su equipo con gente provinente de su propio país, haciendo así que su nombre coincidiera con su identidad, lo que, indudablemente, al menos para mí, es un gran mérito porque como puso de manifiesto el director de La Codorniz, cuyo nombre no recuerdo, no existe motivo alguno para que los seguidores del Real Madrid, al que él llamaba “el madrileñín club de forasteros”, se sientan orgullosos de un equipo formado a base de “comprar” a peso de oro a todos sus jugadores, conducta típica de los ultracapitalistas liberales neocons, como todo el mundo, menos La Repu, sabe.Sí, tal vez sea interesado mi cariño por el pueblo vasco, o sea, quizá mi amor por él se base en el puro agradecimiento. Dos de las personas que mejor se han portado conmigo, en mis 82 años de vida, nacieron y se formaron allí y esto es, para mí, lo esencial, nacer en un sitio y formarse, educarse, en él.Ya he hablado aquí un par de veces del que era mi mejor amigo, Félix Mata, y digo era porque murió a los 30 años de un derrame cerebral, al mes escaso de haber contraído matrimonio.Mata y yo coincidimos en el Regimiento Infanta Cristina de Madrid, haciendo el final de la que se llamaba Milicia Universitaria y sucedió que, una noche, en la que a mi me tocaba el servicio de vigilancia militar, me hallaba en la cama con un fiebrón terrible, cuando se recibió en mi compañía la orden del Gobierno Militar de que la vigilancia se desplazara al cabaret Pasapoga, para reducir a un capitán borracho, que se había liado a tiros allí con su arma reglamentaria. No recuerdo ahora el servicio militar que le correspondía a él aquella noche, no sé si era el sargento de semana, el caso es que él estaba acostado en la otra cama gemela, en el cuarto de suboficiales, cuando vinieron a avisar para que yo fuera a reducir al susodicho capitán. Mata, que me había puesto el termómetro, no dijo ni mú, se pertrechó con el correaje y la pistola, cogió al pelotón de vigilancia, fue a Pasapoga y arrestó al levantisco capitán, que andaba por allí, pegando tiros. Estamos hablando de 1.957, de la España de Franco y de un capitán del glorioso ejército español, de modo que mandaba “guevos” irse para allá a detener a un militar que ostentaba el grado de capitán ni más ni menos. Y Mata fue, sin que yo ni nadie se lo pidiera, y lo detuvo, arriesgando su vida, por supuesto.Aquella actuación me unió a él para siempre, le consideré como un hermano y el resto del año que pasé en Madrid, no me separé de él, como si fuera su perro.Un día, todavía no sé muy bien por qué, se me ocurrió entrar a comentar en el chat de Saco y, como soy, sigo siendo, el tío mas ingenuo del mundo no se me ocurrió otra cosa que hacerlo bajo el nick de “hijo de puta” y uno de los participantes en él, que figuraba bajo su propio nombre y apellidos, Iñaki Zumake, salió al quite, diciéndome que me cambiara el nick, entre otras cosas porque muchos harían como él que jamás me llamaría hijo de puta. En cambio, me propuso que adoptara el nombre propio de su abuelo, Eutiquio, lo que hice.Pero Iñaki, como Mata, hizo mucho más por mí, en una terrible persecución que se desató allí, en el chat de Saco, contra mí, en la que uno de los favoritos de éste comenzó a agredirme furibundamente sin que yo diera el menor motivo, llamandome farsante, hijo de puta, vieja prostituta loca y travesti octogenario, me defendió decidida y desinteresadamente, arriesgándose a que la mafia allí constituida arremetiera contra él con toda la virulencia del mundo. Parece un tema menor pero no lo es. Iñaki gozaba ya entonces, allí, del gran prestigio que merece no sólo por sus conocimientos, entre todos ellos y especialmente de economía, sino también, y sobre todo, por su concepción ética de la vida. Era el mejor ejemplo de comportamiento moral. Pues, bien, como Mata, lo arriesgó todo por mí, enfrentándose a cuerpo descubierto a la que pudo ser su muerte moral puesto que se opuso al que sin ninguna duda era el referente del chat y lo hizo para defender a un perfecto e ingenuo desconocido. Y su actitud le llevó a, que cuando consideró que el ataque a mi persona totalmente infundado superaba todos los límites, anunciar su retirada del chat.Después de algunos incidentes, en esta inmotivada batalla, volvió pero, un día, después de que Saco me impidiera defenderme del más brutal de los ataques de TT, uno de sus mejores amigos, Iñaki, por los motivos que fueren, a mí me gusta creer que fue por eso, además de por otras más importantes razones, como la de que el clima del chat se echara defintivamente a perder con la aparición de tipos portadores de la peor de las educaciones que pespunteaban todas sus intervenciones con expresiones tan soeces como “cómeme la polla que yo te comeré a ti el coño” y otras muchas de parecido jaez, desapareció del chat sin decir palabra, con esa suprema discreción que siempre le ha caracterizado.La relación entre él y yo no  ha sido, como la que existe entre Saco y sus muchachos, ni mucho menos en que nos hagamos la pelota mutua y recíprocamente sino todo lo contrario, es una relación más bien adusta, de personas mayores, contenida, a pesar el muto aprecio que creo que nos tenemos. Pero, hoy, he visto con mucha alegría un comentario suyo a mi post “¿Qué le pasa a Carlos Carnicero?”, de ayer, en el que dice:“Iñaki Zumake dijo...Abuelo, sigues en forma.
Deja que te recuerde nuestros viejos debates sobre Garzón, la justicia y los jueces.
Te apuesto una chiquita a que Garzón sale bien parado de todo esto (al menos aplaude mi valor).
13 de abril de 2011 23:37".Claro que aplaudo su valor porque la causa de Garzón es, quizá, la más perdida de todas las causas ya que es inconcebible que los miembros de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo se hayan enfrentado tan abierta como conscientemente a la reprobación jurisdiccional mundial, enjuiciando a Garzón indebidamente, sabiendo que todos ellos van a pasar a la historia presuntamente, desde luego, como jueces prevaricadores ya que, en el peor de los casos para el llamado “juez campeador”, no procede atribuirle una actitud consciente y deliberada de cometer tal delito sino, en todo caso, un error jurisdiccional del que ninguno de los juzgadores estará nunca exento.Cuando estos señores, por unanimidad, encausan a Garzón, sabiendo como saben que van a pasar a la historia negra de la judicatura, hay que preguntarse sólo ¿por qué?Y la respuesta a esta interrogante que la dé cada uno. Yo, por supuesto, la tengo muy clara pero no me atrevo a darla, por lo que pudiera pasar.Muchas gracia por tu visita, querido Iñaki,

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