Por Leopoldo Tejedor*
“No nos creemos más inteligentes o capaces que nadie, ni nada por el estilo, pero sí estamos convencidos que tenemos el deber elemental de corregir los errores que hemos cometido en estas cinco décadas de construcción del Socialismo en Cuba y en ese propósito emplearemos todas las energías que nos quedan, que afortunadamente no son pocas”. Discurso de Raúl Castro en la Asamblea Nacional, Diciembre de 2010
El pasado lunes 13 se inauguró el Seminario “Cuba y los pueblos afro descendientes en América”, convocado por el Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello y presidido, entre otras personalidades, por el actor norteamericano y Embajador de Buena Voluntad de la UNICEF Danny Glover; Juan José Ortiz, representante de la UNICEF en Cuba; Herman van Hooff, Director de la Oficina Regional de Cultura para América Latina y el Caribe y Representante de la UNESCO para Cuba, República Dominica y Aruba y Rafael Bernal Alemany, Viceministro Primero del Ministerio de Cultura.
El Dr. Fernando Martínez Heredia, Director General de dicha Institución, realizó una intervención especial, muy bien acogida entre cubanos y extranjeros presentes, en la que realizó un análisis del tema del racismo en toda la región pero particularizó la situación en Cuba; así, entre otras cosas afirmó:
“La Revolución emprendió desde 1959 una transformación de las personas, las relaciones sociales, las instituciones y otros aspectos de la vida social y el país en su conjunto que resulta incomparable a cualquier hecho histórico anterior -excepto la colonización de Cuba por los europeos-, por su profundidad, su carácter abarcador y sus consecuencias.
La vida de los no blancos sufrió un brusco cambio sumamente positivo, y comenzaron procesos paulatinos de ascenso de su calidad de vida, sus expectativas, su estima y su prestigio social. El racismo sufrió una gran derrota en su naturaleza, sus manifestaciones y, ante todo, en las bases que tenía en el sistema social de dominación burguesa neocolonial. Pero hubo dos ausencias fundamentales en la política de la Revolución en este campo. Una fue consecuencia del propio proceso: la lucha por la obtención de la unidad del pueblo y de los revolucionarios, y su conversión en un principio central de la ideología y las prácticas políticas. Además del carácter unificante que posee toda gran revolución, las diversidades sociales fueron obviadas ante la unidad y sus problemas no se atendieron a fondo, e incluso fueron sacrificadas cuando se consideró necesario. Ese hecho se reforzó por el peso inmenso y abarcador de la politización en la vida social de la población”.
“La lucha contra el racismo formaba parte de la Revolución, pero no fue una de aquellas banderas suyas que eran asumidas por el pueblo con un ardor avasallador que rendía oposiciones, escollos, tradiciones y prejuicios, y eran organizadas por el poder revolucionario para darles viabilidad y efectos permanentes”.
“La otra ausencia provino del recorte del alcance de la Revolución que sucedió a inicios de los años setenta. El ciclópeo trabajo de modernizaciones emprendido entre todos y guiado por el poder revolucionario en su primera etapa incluía la comprensión de que la modernización tenía que ser al mismo tiempo criticada, comprendida y denunciada como un peldaño quela dominación puede ascender sin dejar de existir, y que puede terminar en la “normalización” de las cosas y el fortalecimiento de una nueva forma de dominación, modernizada. En la segunda etapa, iniciada con los años setenta, esa comprensión se fue perdiendo y abandonando, lo que ha ocasionado un daño grave al proceso. El combate a ese retroceso fue incluido en el proceso llamado de rectificación de errores, de la segunda mitad de los años ochenta. En estos últimos veinte años esa grave deficiencia de la conciencia y la crítica socialista sigue vigente, aunque los datos del problema han cambiado mucho”.
“Por la primera ausencia se abandonó prácticamente la concientización antirracista y la elaboración de una estrategia de educación de los niños y jóvenes -y de reeducación de los adultos- para una integración socialista entre las razas en Cuba, a pesar de que las tareas y los logros de la Revolución le hubieran brindado un suelo óptimo. Al contrario, se veía mal referirse a cuestiones “raciales”, las cuales serían “rémoras de la sociedad anterior” que el socialismo en general liquidaría”.
“La segunda ausencia estimuló el individualismo egoísta, la formación de grupos privilegiados y retrocesos notables en la ideología revolucionaria, a pesar de que la expansión y sistematización de los logros de la Revolución y de las acciones internacionalistas brindaban un suelo muy favorable y apropiado para continuar la política de relaciones dialécticas entre la liberación y las modernizaciones, gobernada por la primera y con procesos de concientización correspondientes. Los resultados fueron muy contradictorios, tanto a nivel del país en su conjunto como al de las personas. En la cuestión racial fueron muy positivas en esta etapa la maduración de las relaciones interraciales en la vida de los individuos, la universalización de la educación y su papel destacado en el ascenso social y el prestigio, la preocupación porque los no blancos tengan una participación mayor en las instituciones y la parte que les tocó a estos en el aumento del bienestar material que se produjo. Pero el paradigma civilizatorio que tendió a predominar contenía latentes elementos del orden burgués que lo creó, y para este los pobres son individuos ineptos o que no cuentan, y los no blancos son seres inferiores”.
Más adelante en su intervención, actualizó el tema diciendo:
“En los últimos quince años ha ido creciendo la percepción del problema de la persistencia del racismo y el rechazo de sus graves implicaciones, en sectores cada vez más amplios y en un buen número de instituciones; el presidente Raúl Castro lo ha expresado en duras palabras. Pero todavía estamos lejos de una conciencia nacional fuerte, generalizada y decidida a actuar en consecuencia. Los problemas del racismo en la Cuba actual han sido abordados en numerosos espacios de debate y algunos de estudio, y hoy contamos con una buena cantidad de documentos e investigaciones sobre el tema, especialistas y activistas habituados a tratarlo y propuestas concretas de un notable valor. Sería lógico agregar que ya están en marcha una estrategia y un gran número de acciones y campañas para enfrentar, batir e ir erradicando esta lacra tenaz de nuestra sociedad. Pero eso todavía no está sucediendo. En la identificación, el rechazo y la lucha contra el racismo existen serias diferencias entre la posición oficial de la revolución y las ideas que manejamos nosotros, por una parte, y lo que sucede en la práctica social, por la otra. Pienso que las propuestas, el debate, la divulgación y las acciones concretas antirracistas abatirán esa brecha”.
Finalmente, expresó el Dr. Martínez Heredia:
“Cuba es el país de este continente que ha realizado tareas maravillosas que establecen la dignidad de la condición humana, los derechos iguales-vitales y ciudadanos- y grados muy notables de bienestar de los descendientes de aquellos africanos que fueron traídos a la isla como esclavos. Es el pequeño país que ha logrado cambiar la vida a favor de las mayorías, redistribuir la riqueza y garantizar los servicios sociales y la pacificación de la existencia a un grado ejemplar, ha logrado la plena soberanía nacional y la ha defendido victoriosamente frente a la agresión sistemática y la enemistad de la mayor potencia imperialista del planeta.
Por ese proceso único y por su solidaridad internacionalista con los pueblos, goza de un inmenso prestigio en todo el continente. Pero la voz de Cuba resulta muy insuficiente en el terreno de las luchas y las ideas de los descendientes de africanos por sus identidades, sus derechos y sus demandas, y no se siente una política cubana articulada y actuante en ese campo. Aspiramos a que las intervenciones y los debates de los talleres, las propuestas y las demás actividades e intercambios de este Seminario constituyan una modesta contribución intelectual y una exhortación a que en el tema que nos reúne se cumpla también lo que un 17 de abril José Martí llamó ‘el deber de Cuba en América’”.
Finalmente hizo uso de la palabra Danny Glover, quien explicó que por razones en su agenda de trabajo debía regresar ese mismo día y no podía estar en todo el seminario, pero que cuando lo invitaron no tuvo ninguna duda en aceptar la invitación, pues a pesar de que este año fue declarado por la ONU de los Afro descendientes, este seminario era la primera actividad concreta que él creía se realizaba en el mundo, sin temor a equivocarse y se alegraba que fuera en Cuba, por lo cual reconocía a los organizadores.
Así concluyó la inauguración de un evento que continúa desarrollándose hasta el próximo día 17 con varias actividades y distintos paneles acerca de: Sistema de Naciones Unidas en Cuba; Recuento y exposición de resultados de investigaciones del ICIC Juan Marinello; Oportunidades, dificultades y estrategias para consolidar un consenso regional encaminado a alcanzar la equidad racial de los pueblos Afro descendientes; Procesos de la creación del conocimiento en la deconstrucción del modelo post colonial para asumir la discriminación racial; El papel de las identidades culturales en los medios masivos de comunicación y su impacto en la creación del nuevo paradigma cultural de equidad racial y Conceptos y reflexiones sobre la epistemología del racismo y su impacto social.
*Analista cultural
Enviado por su autor
