Vetusta Blues. -
“Incendios”
“Y entonces, allí sentado en el coche al lado de mi madre, creí entender el significado de “peligro”: algo que no parecía capaz de hacerte daño, pero que al instante siguiente, taimadamente, conseguía herirte.”
(Richard Ford, “Incendios”)
En la misma fecha que la calle Uría volvía a abrirse al tráfico tras el pavoroso incendio que tanta desolación dejó en la ciudad, otro edificio, en la calle Tito Bustillo, justo al lado de la Losa de los ferroviarios, sufría el azote de las llamas.
Casualidades de la vida, que volvieron a estremecernos con las imágenes siempre inquietantes del fuego. Un incendio sofocado con un magnífico despliegue de efectivos, con rapidez y una extraordinaria coordinación entre los diversos servicios de auxilio. El resultado, esta vez, no trajo consigo víctimas y sólo hubo que lamentar intoxicaciones en varios vecinos del inmueble y, fundamentalmente, el susto de una situación dramática. Pasear los días siguientes por la Losa y contemplar los rastros del fuego lleva a uno a compartir más el dolor que supone ver cómo una parte de tu vida se consume y desaparece, convirtiéndose en una nube negra. Me detuve a observar el hueco del primer piso y pensar en esas llamas terminando con los recuerdos de toda una existencia. Un vacío terrible se instaló en mí. Pensé inmediatamente en mis discos, libros, películas, fotos, y me sentí muy mal imaginándome cómo, en pocos minutos, puede desaparecer una parte -material, sí- pero que entronca con una parte de nosotros.
Hace unas fechas que se cumplió el primer año de gobierno del tripartito, doce meses que bien podrían titularse como aquella magnífica película de 1982 de Peter Weir: “El año que vivimos peligrosamente”. Un año en el filo de la navaja, donde, poco a poco, el viejo régimen destronado ha ido mostrando muchas de sus miserias, esas que inequívocamente van a costar millones de euros a los ovetenses y a la ciudad. Todo ese vacuo dispendio que aún queda por sufragar y que retrasará durante mucho tiempo el desarrollo de la ciudad. Tan mortífero o más que un incendio, socavando los cimientos de la ciudadanía e impidiendo el crecimiento de Oviedo para los próximos años, justo ahora que se planteaban desafíos urbanísticos de primer nivel. No llegó el caos, por mucho que algunos afines se apuntaran a un delirante carrusel donde trataron de resquebrajar el acuerdo a tres bandas. Quizás pensaron que la táctica de un escándalo al día podría funcionar. No contaban con que los mayores escándalos aguardaban en su propio legado. Y es que, ya saben, antes se caza a un mentiroso que a un cojo.
MANOLO D. ABADPublicado en el diario "El Comercio" el miércoles 6 de julio de 2016