Ante la muerte como respuesta cuando no hay pregunta previa, ¿qué hacer? ¿Preguntar o responder? A mi no se me ocurren respuestas desde la masacre y el terror de ayer. Solo me hago preguntas, una y otra vez:
¿Por qué ese restaurante y esa sala de fiestas y no otras? ¿Es tan fácil tener un kalashnikov por las calles de París? ¿De verdad alguien infravalora su vida hasta tal punto que solo aspira a la “vida eterna”? ¿Y cómo vive cada día de una vida que no es eterna? ¿Habrá tranquilidad ante tanta venganza y tanta soberbia? ¿Cómo es posible que las redes sociales sean una de las herramientas más usadas para reclutar nuevos yihadistas? ¿Esto no es ya una guerra? ¿Qué importa el número de muertos o la procedencia, no es lo importante que cada día hay más gente muerta? ¿Pararán de matar por unas ideas? ¿Estamos seguros? ¿Estamos a salvo? ¿Tenemos nosotros alguna respuesta?
Me asaltan mil preguntas sin respuesta y mientras sigo leyendo noticias, tuits, opiniones y otras informaciones que nos “bombardean” hay algunas que por encima del resto se me clavan y me dan un hilo de esperanza frente a tanto terror e incertidumbre. Algunas como esta:
“INSISTO. CONTRA EL FUNDAMENTALISMO, EDUCACIÓN. ARMA DE CONSTRUCCIÓN MASIVA”.