Revista Opinión
El otro día me preguntaron cómo veía el panorama de 2016. Respondí algo obvio: veía, cosas.
Reconozco que era una respuesta con cierta dosis de hartazgo, diría que algo cansina.
Pero transcurridos unos pocos días de este 2016, solo con pulsar algunos botones de la redes sociales, creo que estamos llenos de incertidumbres. Sí, lo sé, es otra palabra que cae por su propio puesto que no tenemos bola mágica de adivinadores.
Pero pienso (qué peligro tiene esto de pensar) que también existe otra palabra que abre en mi mente alguna luz y esa palabra no es otra que posibilidades.
Se me antoja que tanto las incertidumbres como las posibilidades, es una especie de juego de azar, pero bastante peligroso, pues no puedo cuantificarlo, aunque sea con cálculos matemáticos de probabilidades.
Existen demasiadas variables que se pueden colocar en cada urna, y casi todas a su vez son posibles con sus incertidumbres.
En política estamos siempre en la cuerda floja de las 'decisiones' y no de las decisiones que nos movieron a votar una u otra opción.
No puede ser que en función de la osadía de las formaciones que componen las listas cerradas y las circunscripciones junto con la Ley D'Hondt, nada es comparable con las luchas desatadas en determinado partido para mover el sillón a alguno de sus líderes.
¿Es que estas formaciones no han pactado con otras, incluso de distinto signo para ocupar presidencias de las Comunidades Autónomas?
Convendría que estos 'líderes' dejaran en paz a quienes sacaron los votos que sacaron, sin tener que estar continuamente cuestionado por haber sacado menos votos que en las elecciones generales del 2011.
Recordar que todos han perdido muchos votos, ya que en el teatro político han entrado otras opciones.
Al final como siempre, los de siempre, no quieren perder sus sillones y no tienen que ser por incertidumbres y posibilidades.