¿Es posible que los responsables de esta edición entendieran que con la misma estaban contribuyendo a engrandecer la memoria poética de Pablo Neruda? Es posible, desde luego: las drogas producen efectos muchas veces incomprensibles para quienes no las frecuentamos. Pero si se encontraban limpios de alcohol y otros estupefacientes resulta bastante complicado justificar la publicación de este tomo insensato, mediocre, bilioso e indigno de la grandeza poética del escritor chileno. Magro favor a su memoria. Que lo escribiese (o vomitase) en un calentón resulta admisible. Que sus herederos estimasen atinado darlo a la luz pública no resulta ni comprensible.
Es una obra que apenas supera la categoría de panfleto, en el que ni una sola de las composiciones merece la relectura. Una lástima que el compromiso político (que puede producir frutos estéticamente dignos) haya generado en este caso una monstruosidad tan chata, alicorta y boba.
Suspiro y olvido.