Revista Salud y Bienestar
Investigadores de la Yale School of Medicine de la Universidad de Yale (EE.UU.) han publicado un estudio de cohorte sobre la presencia de pliegues irregulares en la placenta así como de un un crecimiento celular anormal provocado por una proliferación irregular de un tipo de células denominadas trofoblastos, estas alteraciones pueden ser usadas como un biomarcador para la detección temprana del autismo. Los Científicos analizaron las placentas de 217 nacimientos (117 de familias que ya tenían un hijo con autismo y 100 de familias sin antecedentes), los resultados mostraron que las placentas de las familias del grupo con antecedentes familiares de autismo presentaban un máximo de 15 inclusiones trofoblásticas, mientras que ninguna de las placentas del grupo de control tenía más de dos inclusiones trofoblásticas. Una placenta con cuatro o más inclusiones trofoblásticas predice con una probabilidad de 96,7% de estar en riesgo para autismo, y encontraron hasta 15 en las placentas de familias con riesgo de autismo. Los resultados de este trabajo nos aportan diversos datos de interés. Por una parte un nuevo sistema de detección temprana del autismo, y por otra parte, afianza aún más el carácter prenatal del autismo, aunque quedan algunas incógnitas en el aire, como que esto sea un síntoma de una alteración fisiológica o de una predisposición genética, sobre todo debido a su asociación con otras anomalías genéticas, y es casi seguro que será desencadenado por factores medioambientales. Este es el biomarcador de mayor calidad que se ha descubierto hasta el momento, que sin ser capaz de identificar el 100% de los casos, sí presenta mucha fortaleza en los positivos.