En las manifestaciones de los sindicatos y la izquierda contra el Gobierno del pasado domingo, día 11, llamaba la atención entre sus no muchos asistentes la profusión de banderas parecidas a las constitucionales, solo que con una banda morada, de la II República. Y cero constitucionales.
Se le presta poca atención a este fenómeno de la creciente desafección de los sindicatos y la izquierda, incluido el PSOE, a la enseña bicolor instaurada por Carlos III en 1785, usada siempre menos en la II República --incluso en la I República-- y ondeada por el líder comunista Santiago Carrillo en 1981.
Representaba la nueva democracia al haber prescindido de símbolos franquistas como el águila de San Juan, que el dictador había calcado de los Reyes Católicos.
Desde entonces, y en las manifestaciones contra cualquier acto terrorista, o también de la derecha, los medios informativos de izquierdas buscaban con ahínco alguna bandera franquista, siempre aislada entre grupúsculos.
Aunque apareciera ajena a las centenares de las constitucionales la presentaban como primera noticia, y aún lo hacen si pueden, para convertir en fascistas las protestas.
Más que al número de asistentes a las manifestaciones de la huelga general del próximo día 29, que tampoco serán demasiados y en la que quizás habrá disturbios, deberán observarse de nuevo las banderas de los asistentes, por si alguien se atreve a portar la constitucional.
Porque el PSOE, que anima a participar, es un partido de gobierno que debe ser leal a la Constitución y que no puede presentarse bajo enseñas de una República que por sus propios errores, aprovechados por los militares de derechas, terminó en matanzas y una guerra civil. La noticia es que hubiera alguna.
Si el PSOE quiere someterse ovejunamente a los partidos radicales como el Comunista de Cayo Laya y a sus banderas de la II República, a las que el mismo PSOE renunció con la Constitución de 1978, debería anunciárselo a sus votantes.
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SALAS