Suele pensarse que la incontinencia urinaria está relacionada con la adultez mayor. Sin embargo, sería un error normalizarla como parte del envejecimiento o, peor aún, limitarla a este sector específico de la población.
Sigue leyendo y descubre qué es, a qué se debe, cómo afecta a las personas y, sobre todo, qué alternativas existen actualmente para tratarla.
¿Qué es la incontinencia?
La incontinencia puede ser tanto urinaria como fecal.
La primera se refiere a la pérdida en el control de la vejiga. En algunos casos, puede tratarse de una leve filtración de orina. Sin embargo, en otros puede ocurrir una salida abundante e incontrolable de líquido.
La segunda es la incapacidad de controlar los intestinos, lo que conduce a la filtración inesperada de deposiciones. Ocurre cuando a una persona le urge ir al baño y no puede aguantarse.
¿A qué se debe?
La mayoría de los problemas de control de la vejiga ocurren cuando los músculos están demasiado débiles o demasiado activos. Se le asocia con problemas de próstata o lesiones neurológicas.
En el caso de incontinencia fecal, se le suele relacionar con estreñimiento, daño en los músculos o nervios del ano o del recto, diarrea y problemas del piso pélvico.
Tipos de incontinencia urinaria
- Incontinencia de esfuerzo (por estrés). Es cuando se debilitan los músculos que mantienen la vejiga cerrada y puede pasar cuando la persona estornuda, ríe o levanta objetos pesados.
- Incontinencia de urgencia (vejiga hiperactiva). Cuando los músculos de la vejiga están demasiado activos, puede que la persona sienta mucha urgencia por ir al baño con poca orina en la vejiga.
¿Cómo afectaría a una persona?
Claramente, la incontinencia urinaria y fecal tiene consecuencias en la vida privada y social de las personas pues, además de un problema higiénico, afecta la seguridad de la persona. Se sabe que menos de la mitad de los adultos mayores que tienen incontinencia buscan ayuda.
Una de las consecuencias suele ser el aislamiento. Esto es resultado de salir menos o ya no frecuentar a los seres queridos, por temor a algún accidente de incontinencia.
La incontinencia urinaria ha sido considerada un problema de salud pública.
¿Sólo es un problema de adultos mayores?
La realidad es que no. Y ese mito ha representado una complicación para abrir el tema a otros sectores de la población. Se estima que unos 200 millones de personas sufren de incontinencia urinaria, con independencia de la edad y el sexo.
Por su parte, tan sólo en Estados Unidos, más de 5 millones y medio de personas sufren de incontinencia fecal y afecta lo mismo a menores de edad que a adultos.
Lo que sí es cierto es que existen algunas relaciones entre la enfermedad y aspectos del estilo de vida. Un estudio hecho en España observó un vínculo importante entre la incontinencia y el índice de masa corporal, así como el sedentarismo.
Ambos padecimientos suelen ser más comunes en mujeres y en adultos mayores. Sin embargo, NO forman parte normal del envejecimiento.
Una enfermedad ‘incomprendida’
Un estudio sobre los efectos de la incontinencia urinaria en la calidad de vida de la mujer climatérica destacó parte de los efectos socioculturales que se experimentan en estos casos.
Además del aislamiento social, la investigación señaló una falta de adherencia al control médico por esta patología, la cual suele asociarse a la percepción de que este problema sólo aparece en el envejecimiento.
Una enfermedad “infra diagnosticada, evaluada y tratada”
Una investigación en Cuba abordó los aspectos epidemiológicos de la incontinencia urinaria y concluyó que, al menos en este país, dicha enfermedad es “infra diagnosticada, evaluada y tratada”. Es decir, se le asocia con factores de riesgo que, en su mayoría, son comunes a las enfermedades crónicas no transmisibles que pueden ser prevenibles y tratables (fumar, beber, obesidad) o a situaciones fisiológicas como embarazo, el parto y la edad.
El síndrome geriátrico
Por supuesto, la literatura médica ha estudiado lo relacionado con las enfermedades que suelen estar presentes en la adultez mayor. Se trata de una serie de cuadros conocidos como ‘síndrome geriátrico’.
Están agrupados en cuatro grandes pilares:
- Inmovilidad
- Inestabilidad-caídas.
- Incontinencia urinaria.
- Deterioro cognitivo.
Y se caracterizan por:
- Tener una elevada frecuencia en las personas mayores de 65 años.
- Deteriorar la calidad de vida.
- Ser prevenibles.
- Ser integrales.
Es decir, si bien la incontinencia formaría parte de los problemas asociados al envejecimiento, no se trataría de una enfermedad definitiva y mucho menos exclusiva de esta población.
¿Qué hacer?
Existen soluciones prácticas para la incontinencia (puedes chequearlas en el enlace), muchas de las cuales son prácticas y seguras.
Protectores impermeables
Debido a que la incontinencia puede generar ciertos accidentes, la prevención puede ser una de las claves.
En el mercado, existen protectores que son una alternativa ante los pañales, lo cual también representaría un ahorro de dinero. Pueden colocarse encima de la cama gracias a su cubierta impermeable. Algunos son tan efectivos que resisten hasta 300 lavados y tienen una superficie acolchada, un centro absorbente y un fondo de vinilo que bloquea cualquier derrame.
También hay protectores que pueden colocarse sobre la silla de ruedas, con una superficie que además es suave al tacto, evita manchas y malos olores. Pero además, mantienen seca y fresca la piel.
Algunos incluso se utilizan sólo como cubierta para el colchón y tienen asas a los costados para poder trasladarlos, girarlos o cambiarlos de posición, así como una base antideslizante impermeable para proteger de las manchas.
Atención especializada
- Ejercicios especiales. Según estudios, se habla del beneficio que conlleva el entrenamiento de los músculos del piso pélvico. El entrenamiento de la vejiga ha demostrado su capacidad preventiva.
- Un experto en la salud puede evaluar cada caso y recetar algún fármaco que pueda ser de utilidad al paciente.
- Cirugía. Existen diversas alternativas. Entre las intervenciones quirúrgicas se encuentra la cinta vaginal libre de tensión. Consiste en la colocación de una cinta que ayuda a cerrar la uretra y el cuello de la vejiga.
Atención emocional
En casos de incontinencia, pueden aparecer sensaciones de miedo, vergüenza, angustia, ansiedad, depresión, pérdida de autoimagen, autoconfianza e incluso aversión al acto sexual.
De ahí la importancia de que un experto en salud mental y sexual pueda intervenir en estos casos, para ofrecerle contención, alternativas y un acompañamiento terapéutico.
Un equipo multidisciplinario
Por supuesto, como en muchas otras enfermedades, el trabajo en equipo es clave. No sólo se trata de la intervención de un médico, sino también de fisioterapeutas, enfermeros, sexólogos, fármacos, fisioterapeutas, psicólogos y hasta terapeutas ocupacionales.
Conclusiones
Ciertamente, la incontinencia urinaria y/o fecal pueden ser un problema “común” en la población geriátrica. Sin embargo, eso no significa que sea “normal”. De ahí que tanto quienes lo viven como quienes lo atienden puedan tener puntos de partida y objetivos distintos.
A esto hay que agregar que, con la edad, los casos de incontinencia se complejizan debido a diversos problemas que sí están asociados con la edad (síndrome geriátrico).
Por ello, un equipo multidisciplinario conformado por médicos, especialistas en protección impermeable, fisioterapeutas y expertos en salud mental y sexual son una parte integral de la evaluación, el diagnóstico y el tratamiento de estos pacientes.
¿Qué te parece? ¿Habías visto a la incontinencia desde este enfoque? Sin duda, el trabajo conjunto nos permitirá seguir conociendo, y por ende mejorando la atención, hacia este grupo de la población.
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La entrada Incontinencia: un problema “común” pero no “normal” en la población geriátrica se publicó primero en Serralco.es | Blog de salud y Enfermería.