Revista Cultura y Ocio

Inculcando el espíritu comerciante a las nuevas generaciones

Por Comolegaraholanda

Holanda es un país con una larga tradición de comerciantes a sus espaldas. Desde los tiempos del colonialismo, los ciudadanos de este país se han caracterizado por su espíritu negociante, el cual llevó a los Países Bajos a alcanzar una considerable prosperidad a pesar de su reducido tamaño. Si echáis un ojo a la historia de muchos de los productos que hoy consumimos, como el café o el té, descubriréis que en su distribución original siempre había algún holandés de por medio. Ni siquiera los famosos tulipanes son oriundos de este país. Esta flor, procedente de Turquía, gustó tanto a los Holandeses que, por supuesto, empezaron a comerciar con ella de manera desaforada. En el siglo diecisiete se acabó montando un revuelo especulativo tal que el gobierno tuvo que meterse por medio y regular las normas de venta del tulipán. Acabaron teniendo tantos tulipanes que esta flor se convirtió en símbolo nacional del país, perdurando hasta el día de hoy.
Recordemos también el que se conoce popularmente como el "negocio más redondo de la historia". El neerlandés Peter Minuit, director por un tiempo de la compañía Holandesa de las Indias Occidentales, compró la isla de Manhattan a los aborígenes que allí residían por un lote de baratijas (telas, adornos, collares...) cuyo precio actual se estima en tan sólo 24 dólares. Pero esta tendencia al comercio no está presente sólo en las grandes empresas, sino que el ciudadano de a pie sigue presentando esta propensión al intercambio mercantil. ¿Queréis ver algunos ejemplos?

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Peter Minuit protagonizando el negocio del siglo


Inculcando el espíritu comerciante a las nuevas generaciones

Venta callejera en el día de la reina

Y es que los holandeses aprovechan la mínima oportunidad para dar rienda suelta a sus instintos mercantiles. Pensemos por ejemplo en su fiesta nacional, el día de la reina, en la que las calles de Amsterdam se llenan de visitantes pero también de locales que aprovechan la ocasión para vender sus pertenencias en puestecillos callejeros.
Aunque no es necesario aguardar a esta festividad. Muchos neerlandeses, especialmente en pueblos pequeños, montan pequeños tenderetes en la puerta de su casa para dar salida a los productos que cultivan en su huerta.
Inculcando el espíritu comerciante a las nuevas generaciones
Pero el tema que hoy nos ocupa es la transmisión de estos principios a las nuevas generaciones. El Albert Heijn, la cadena de supermercados más extendida en los Países Bajos (y de la que por supuesto hablaremos largo y tendido en otra ocasión) lanza con asiduidad promociones que tienen como objetivo a los más pequeños de la casa. Vienen siendo los típicos sellos del supermercado que te regalan con la compra y debes coleccionar para conseguir regalos. Pero aquí en vez de nuestras típicas cacerolas o vajillas, lo que se gana normalmente son cromos y juguetes para los niños.
Pues bien, en esta ocasión los encargados de marketing del Albert Heijn nos han sorprendido con la campaña "Monta tu tiendecita". Ofrecen una pequeña tienda de ultramarinos de cartón, que hay que comprar en el supermercado y montar en casa. Posteriormente habrá que ir rellenándola con juguetes que representan productos del supermercado en miniatura, a los que llaman "minis" y que son los que se consiguen con los sellos de la compra.

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¡No podía faltar la mantequilla de cacahuete!

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Y para que comprobéis que no dejan ningún cabo suelto, la cadena de supermercados ha rodado también un video con instrucciones sencillas sobre como montar la estructura de cartón de la tiendecita. Así se matan dos pájaros de un tiro y se va entrenando a los niños simultáneamente en las dos pasiones autóctonas: el comercio y el bricolaje.

Y eso ha sido todo. Si os ha gustado el artículo y queréis seguir leyendo tonterías como esta, recomendadme a vuestros amigos. Y si no queréis dejar el monopolio mercantil exclusivamente en manos de los holandeses, ¡acordaos de colaborar con mi página! Saludos a todos.

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