Revista Cultura y Ocio

Indefensión del paciente maltratado. II: El fiasco

Por Zogoibi @pabloacalvino

Con el fin de obtener una reparación personal e intentar evitar que la intolerable conducta del peligroso siquiatra quedara del todo impune, y que éste pudiera cobrarse nuevas víctimas en futuros pacientes (con consecuencias aún más dramáticas), el maltratado enfermo, careciendo del ánimo necesario para denunciar ante la autoridad judicial el hostigamento sufrido (probablemente constitutivo de delito), optó por presentar sendas quejas ante quienes pensó que tenían el cometido de defender a los pacientes y el de velar por el correcto ejercicio de la profesión médica; a saber: el servicio de Atención al Paciente de Hospitales Parque por un lado, y el Colegio Oficial de Médicos de Badajoz por otro. En ambas reclamaciones, tras narrar con todo detalle el traumático episodio, y dada la gravedad del mismo, solicitaba que se llevase a cabo una investigación a fondo, recabando tantos testimonios como fuera posible y comprobando las grabaciones -si existían- de eventuales cámaras de seguridad que pudiesen haberlo registrado; y que, en base a lo averiguado, el colegiado fuera sometido al pertinente tribunal deontológico y expediente disciplinario a fin de ser sancionado por su proceder, e incluso separado de la carrera médica o, al menos, de la especialidad de siquiatría, pues parecía evidente que tan desabrido e iracundo temperamento era incompatible con una atención sanitaria de calidad a pacientes con trastornos mentales; más bien al contrario: el propio facultativo parecía estar muy necesitado de algún tipo de tratamiento. Por último, el paciente solicitaba le fuese facilitado el informe médico que había pedido durante la referida consulta, por creer tener derecho al mismo.

Indefensión del paciente maltratado. II: El fiasco
Desde Atención al Paciente de Hospitales Parque (única e ineficaz herramienta que esa opaca cadena hospitalaria pone a disposición de sus usuarios) recibió, a vuelta de correo, un mensaje firmado por Jesús Ramírez Bayona agradeciéndole la carta e informándolo de que “procedemos a trasladar el incidente a nuestros compañeros de Zafra para estudiar y valorar el caso” (se entiende que “nuestros compañeros de Zafra” es la dirección del hospital Vía de la Plata, a cargo del médico Antonio Sanz Marca). Una semana más tarde, ante la ausencia de noticias, el paciente vuelve a escribir a dicho servicio, desde donde Jesús Ramírez le contesta que siguen “trabajando en el caso que plantea, hemos abierto una investigación interna de su caso para recabar toda la información. Esperamos poder contestarle a la mayor brevedad”. No obstante, incumplió su palabra, pues el paciente no volvió a recibir comunicación o noticia alguna por parte ni de Hospitales Parque ni -mucho menos- del director del Vía de la Plata. De hecho, parece claro que ni siquiera realizaron la prometida investigación interna, pues a un tercer mensaje que, interesándose por ella, envió a Atención al Paciente varias semanas meses después del anterior, ya no obtuvo contestación. Tampoco recibió nunca el informe médico solicitado.

Indefensión del paciente maltratado. II: El fiasco
Por su parte, desde el Colegio Oficial de Médicos de Badajoz, presidido por Pedro Hidalgo Fernández, le prestaron -aparentemente- mayor interés: en primer lugar, el secretario de dicho ente, Mariano Casado Blanco, le envió una nota para ponerse en contacto telefónico con él; después, en la conversación efectivamente habida, lo informó del procedimiento a seguir por el Colegio (a saber: presentar la reclamación recibida a la Junta Directiva para ser tratada en el Pleno del mes siguiente); y tres semanas más tarde le remitió, en efecto, copia del acuerdo alcanzado por dicha Junta de trasladar su queja al colegiado en cuestión a fin de que éste diese respuesta a la misma. Por último, otros diez días después, le envió copia de la resolución definitiva, según la cual, vistas las alegaciones efectuadas por el reclamado, “este Pleno de Junta Directiva entiende que no hay motivos para la apertura de expediente disciplinario y por ello acuerda proceder al ARCHIVO de la referida cuestión planteada. Vº Bº Pedro Hidalgo Fernández, presidente”. Es decir: el Colegio de Médicos de Badajoz, por todo trámite, se había limitado a preguntar al siquiatra sobre lo ocurrido, quien -evidentemente- no iba a admitir haber maltratado y amenazado a nadie. Para ese viaje no hacían falta alforjas.

Es decir: un fiasco en toda regla. Los directivos de ambas instancias no tuvieron en ningún momento -es de inferir- mucho interés en realizar averiguación a fondo alguna, pues, de hacerlo así, habría sido difícil que al menos uno de los ocho o diez testigos que presenciaron el incidente no hubiese confirmado, siquiera parcialmente, el maltrato y las amenazas denunciadas. Cierto es que todos los presentes eran o bien pacientes del propio squiatra -su consulta era la única abierta en ese ala del hospital en aquel momento- o bien colegas o compañeros laborales suyos, y es presumible que no se sintieran muy inclinados a declarar algo que pudiera perjdicarlo; pero aun así, ¿no era posible que, entre aquellas personas, hubiese al menos un ciudadano honesto capaz de corroborar lo relatado por el paciente? Cabe pensar que llevar a cabo una exhaustiva investigación habría sido arriesgado para el colectivo médico, cuyo monolítico corporativismo es bien conocido. Era más seguro no preguntar, no fuese que saliera a relucir la verdad y hubiese que expedientar a un colega.


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