Uno de los últimos sondeos sobre las intenciones separatistas que se hacen entre los catalanes afirma que tres de cada cuatro desea celebrar un referendo sobre su voluntad secesionista.
El 42,3 por ciento votaría separatismo y el 41,9 el constitucionalismo actual, mientras el resto no sabe o no contesta, según acaba de publicar “La Vanguardia”.
Con los sondeos hay que ser prudente porque este señala lo que desea la actual línea editorial del periódico, que mantiene una obsesión con el referendo y la independencia, como otros medios locales, que machaca diariamente las mentes de los catalanes, que son españoles comunes de todos los orígenes geográficos.
El primer apellido netamente catalán de la provincia de Barcelona es Ferrer y está en el número 31 de la lista de los más frecuentes basada en datos del INE.
Los cinco primeros son, por este orden, García, Martínez, López Sánchez y Rodríguez, y siguen por igual los apellidos comunes en las demás provincias españolas.
¿Cómo es posible que la mitad de esos García, Martínez, López Sánchez y Rodríguez se planteen dejar de ser españoles, incluso catalanizar su apellido, cuando su familia y pueblos de origen están a pocos kilómetros, no en América o Filipinas?
Para eso están las encuestas, los sondeos como los de La Vanguardia, TV3 y otras agencias de propaganda nacionalista, con cientos o miles de millones de euros invertidos en lograr esta conversión desespañolizadora.
Algún día habrá que volver a recordar la crónica de Julio Camba sobre cómo convertir en quince años a Getafe, a las afueras de Madrid, en una nación invirtiendo un millón de pesetas de 1918 para descubrirle a sus habitantes que poseen una raza, una lengua y unos inalienables derechos históricos para ser independientes.
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SALAS