Revista Cine

Independencia (Raya Martin, 2009)

Publicado el 12 mayo 2010 por Ventura
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NOCIÓN MODERNA DE TRAGEDIA POLÍTICA

¿Qué es un país? ¿Qué es una nación? Para responder a estas vastas cuestiones, Raya Martin moviliza los signos del cine clásico de los primeros años de Hollywood: Formato cuadrado, blanco y negro, sistema de estudio, reducción de la cadencia de las imágenes que nos remiten al cine mudo. No vamos a dejar de considerar este enfoque arty como un fetiche cinematográfico, como una búsqueda de la complicidad cinéfila. Sin embargo, Martin se niega a cumplir con los códigos del cine “globalizado”. Independencia entronca con uno de los principales fines del cine, profundamente anclado en sus células madre: mostrar las noticias del mundo, inscribir a su país en el mapa de las imágenes animadas. El joven director filipino descubre las virtudes del cine nacional, su(s) película(s) pertenecen a un país, del que es su principal estandarte y mensajero. Esto le permite ponerse en contacto con todo el mundo, para decir en voz alta “nosotros” y “ustedes”: ciudadanos del mundo que buscan captar un pensamiento filipino sobre Filipinas, filipinos que quieren ver la historia de sus luchas. Ese es el precio de un film que se presenta para uso de todos los espectadores; mientras que la ficción mundial insiste en temas específicos, la ficción nacional reconoce como área de intercambio transfronterizo un doble giro, a la vez para el interior (el país) y para el exterior (los espectadores del mundo). En el teatro, esto se llama escena bifrontal.

Independencia (Raya Martin, 2009)

De esta forma, Raya Martin envía una bola tan estimulante como singular a la crítica mundial. Se sirve de Independencia como herramienta de análisis y como agarre sobre un mundo sólido y fiable. De esta forma, cineasta y crítico pueden contribuir a comprender el complot, jugar al gato y al ratón y, en última instancia, no tener la película como un horizonte único. Veamos, en compañía de la película y de varios puntos, eso que puede ser un país:

1.- Independencia se abre con un tiro de fusil. Una muestra de la comunidad filipina que tiene que soportar los estigmas de la colonización española y que es el punto de mira de los militares norteamericanos. En primer lugar, la película comienza con un signo de agresión, una tierra se toma y una tierra se viola. Esta tierra es un ejemplo de riqueza natural y humana, una fuerza potencial, un destino siempre pendiente de escribir que atrae, naturalmente, a la codicia (la tierra es deseable). Se perfila también la primera cara del País, el hogar de Raya Martin. Un país no es otra cosa que la suma de agresiones que ha sufrido. Algunos llaman a esto “La Historia”.

2.- Esta definición sería esencialmente trágica si el film no tomara en cuenta la reacción provocada. Una madre y su hijo, patriotas y ricos, se refugian en la selva y preparar una cabaña abandonada por los españoles. La nación se funda y se consolida en situación de resistencia para poder hacer frente a su agresor. “La nación continua a cualquier precio” sería el lema de la película. Si el país está a punto de sedimentarse a consecuencia de las violencias proferidas, la nación se descubre a sí misma en un esfuerzo interno contra la presión del exterior.

3.- Quizás, en efecto, un país no existe si la nación no ejerce una constante tensión con el exterior. Sin esta conciencia de constante tensión contra cualquier cosa, ningún sentimiento de “espacio vital” es posible. El primer movimiento del film consiste en que una comunidad se endurece por el sonido de una detonación. La amenaza provocó la unidad del país (su edad de oro, ya perdida) y su partida de nacimiento. Filipinas existe desde el momento que se buscan soluciones para resistir y luchar. Del mismo modo, es dudoso que el cine nacional (americano, italiano, ruso, español, etc) no deja de existir al liberarse de la presión que le obligó ha hacerse valer. La globalización mundial de los negocios, que deja a las democracias en un estado de nebulosa, no puede en cada uno adoptar una forma única para encontrar sus pequeñas particularidades. Independencia es la antítesis de este fenómeno.

Independencia (Raya Martin, 2009)

4.- Una tierra es violada. Independencia es la historia de una violación. La madre y su hijo se acostumbran a una vida frugal mediante la caza y la recolección. Pronto surge el tema del sexo: el hombre vive sólo con una anciana madre en una naturaleza exuberante sin poder saciar sus otros apetitos. En una de sus incursiones se encuentra con una mujer joven que acaba de ser violada en el bosque por los soldados americanos. La recién llegada reemplazará pronto a la madre, muerta en una noche de tormenta. Después de una gran elipsis nos encontramos con la joven embarazada, pero no sabremos de quién.

5.- Partiendo de un ámbito nacional, es natural que en Independencia encontremos el ritmo por medio de la sucesión de generaciones. Una joven sustituye a la madre. Un segundo hijo sucede al primero. Algo pasa de unos a otros, de la madre al hijo, del hijo al niño pequeño. Lo que pasa de unos a otros es lo que llamamos cuentos, fábulas, leyendas, etc, en suma, toda una tradición oral que mantiene la necesidad de la lucha. Si las nuevas generaciones son posiblemente el fruto de las agresiones pasadas (o actuales, en este caso) y se alimentan de sus recursos y de su historia, de lo que reciben de sus mayores, eso es lo que hemos dado en llamar “cultura”.

6.- El país, en Independencia, se define también por una sedimentación de historias que las nuevas generaciones tienen que comprender. El país es una lengua que mantiene en su carne las marcas de las invasiones sucesivas. Una línea, la de las generaciones sucesivas, busca otra línea, la de las historias, la de las sucesivas agresiones.

7.- ¿No está en la forma de realizar la película la ambición de suplir la falta de archivos cinematográficos filipinos, de reconstruir la memoria destruida? Los archivos a posteriori, esta expresión paradójica, es el proceso primordial de creación de Raya Martin. Por su concepción de nación, parece decirnos que la suma de los trazos que se conservan, la suma de sus imágenes registradas, nos conduce a ello, como un trozo de ánfora rota nos conduce a toda una civilización antigua.

8.- Los estratos, siempre los estratos. Un cine de “capas”. Un cine de la era del Photoshop.

9.- Un país: un lugar dónde se entra o dónde se sale. Dónde hay vida o dónde hay desierto. En términos de espacio hay cuatro propuestas en las cuatro modalidades de puesta en escena de Independencia. Todo se percibe a través de una ventana en plano fijo y cerrado. Los personajes, que se definen principalmente por su movilidad, interaccionan constantemente con sus bordes. O se entra en el cuadro o se está ya allí cuando comienza el plano. Por lo tanto, cuando uno se queda allí, el otro se desplaza y sale. El país se funda en una forma, en una superficie. Se encuadra en un ámbito de aplicación, en su vegetación, en sus relieves, naturales o construidos por los hombres.

Independencia (Raya Martin, 2009)

10.- Extrañamente, la jungla de estudio de Independencia, por su capacidad de reconfigurarse indefinidamente por medio de bosques de decorado, permite experimentar esta idea de espacio, de especio habitado y “estimulante”. El primer acto de resistencia que los personajes han de afrontar para oponerse a los invasores no es otro que el de continuar habitando su propio país, pero en diferentes lugares. El genio de un pueblo diseminado por toda su superficie es unirse a su forma. El despertar político al que nos conduce el film comienza por dos bases elementales: marchar sobre la tierra y aprovecharse de sus recursos. Esto no es un programa ecológico sino de geopolítica de la supervivencia.

11.-  Habitar un país significa entrar dentro del campo (plano) y quedarse. Morir (por su país) consiste en ser empujado a salir fuera de él (plano). Todo, absolutamente todo en Independencia se plantea en términos de espacio. Y si cada plano parece tener la misma posición, el mismo punto del estudio, únicamente cambian los elementos del decorado, lo que no hace sino reforzar la sensación de que existe una matriz espacial de la unidad nacional. La memoria de un pueblo es un punto de vista interno sobre su historia y ese punto de vista, de hecho, no se desplaza.

En las antípodas del mero panfleto, el film de Martin articula su discurso político a partir de un proyecto cinematográfico tan inteligente como bello y audaz. Ante la inexistencia de un cine que hubiera podido dar cuenta de la historia de su país, Martin se dedica a suplir esa carencia, a refundarlo desde sus inicios, a sentar las bases y los mitos de origen que él interpreta le faltan a su cultura.

Juan Antonio Miguel.


 


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