Sentirse con más energía. Si tu dieta te hace sentir con mayor energía y concentrado durante el día, ¡alégrate! porque quiere decir que le está dando a tu cuerpo lo que necesita.
Hacer actividades que antes no podías hacer. ¿Ya subes las escaleras sin quedarte sin aliento? ¿Puedes participar en el equipo de futbol de tu oficina? ¿Juegas con tus hijos sin problemas?
Sentirte saludable. Si está experimentando una sensación de bienestar, de alegría, de tranquilidad, de un cuerpo ligero y ágil, vas por el buen camino.
Mejorar tu salud digestiva. No más gastritis, colitis, reflujo, estreñimiento ni… ¡nada!
Reducir el estrés, la irritabilidad y la depresión. Trabajar conscientemente para que nuestro cuerpo se encuentre bien y ponerte a ti como tu prioridad, te ha generado mucha paz y alegría.
Sentirse más seguro de uno mismo. ¿Ya no te da pena ir a fiestas? ¿Te gusta cómo te ves en el espejo? ¿Ves alcanzable el sueño de ponerte un traje de baño para ir a la playa?
Dejar de pensar todo el día en comida. Ya no eres esclavo de la comida ni de tus antojos, tú eres el que controla lo que comes, la comida ya no te controla a ti.
No sentir culpa al comer. La comida se ha vuelto un placer.
Aumentar la condición física. Te das cuenta que tu cuerpo es mucho más fuerte de lo que tú creías, te retas a ti mismo y te encanta sentir tu cuerpo en movimiento.
Comprarte la ropa que te gusta y no la que te queda. Si por fin estás eligiendo la ropa que te gusta en las tiendas que siempre soñaste ¡felicidades!
Recuerda que el objetivo de un programa para bajar de peso o de adopción de hábitos saludables es mejorar la calidad de vida, el número en la báscula no refleja nuestro grado de compromiso, ni de inteligencia ni de belleza.
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