Acaban de retirar de una plaza de Los Ángeles, la mayor ciudad del Estado más rico de EE.UU., un estatua de Cristóbal Colón bajo la excusa neo indigenista de que fue un genocida que inició el exterminio de los nativos de lo que ahora es América.
La estatua, poco más que de tamaño real de un hombre, donada por estadounidenses de origen italiano, quería ser el contrapeso genovés de la que fue la venerada figura del español Fray Junípero Serra, que cristianizó la actual California e impulsó sus 21 misiones, de sur a norte, del aún llamado El Camino Real.
Ahora también quieren renegar del franciscano mallorquín, pero no pueden quitar el nombre de la ciudad, Los Ángeles, ni los de miles de otros lugares, especialmente del centro y sur ex español del país.
Mientras al norte los anglosajones exterminaban a los indios, al sur la presencia hispana fue casi siempre pacífica, de manera que los nativos construyeron las alrededor de 200 misiones en las que aprendían a cultivar alimentos o a buscar agua en pozos.
Además apreciaron el fácil sincretismo de la religión católica y el idioma español, más útil que los centenares de dialectos nativos que les impedían entenderse entre tribus en constantes guerras y pillajes.
Aparte de las 21 misiones californianas, otras, muchas restauradas, todavía pueden verse en: Florida: 69, Georgia: 40; Carolina del Norte: 2; Carolina del Sur: 2; Virginia: 1; Texas: 39; Luisiana: 1; Nuevo México: 32; California: 21; Arizona: 14.
De EE.UU. hacia abajo el “genocidio” se debió a las enfermedades españolas para las que los nativos no estaban inmunizados o, en el caso de Cortés con los líderes aztecas, a que las tribus que eran su gran fuente de proteínas se aliaron con el conquistador para librarse de ser el ganado de tales caníbales, que le llamaban "Guerras Floridas" a sus cacerías.
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SALAS