Revista Sociedad
El pasado sábado, al anochecer, desbordados por los efluvios del éxito que las manifestaciones del 15-O habían tenido a lo largo de la tarde y en medio mundo, un grupo de jóvenes indignados okupaba las instalaciones del edificio abandonado que antaño fue el Hotel Madrid, en la calle Carretas de esta ciudad.La inocencia de su sentimiento se aloja en la noble convicción de que todos los hombres tenemos derecho a una vivienda digna, incluso en momentos en los que una crisis como la que nos desocupa, asfixia economías y multiplica los desahucios.
No hay que esforzarse demasiado para imaginar que, en estos momentos, es posible que el indignado sea el propietario del edificio... Pero dejemos que la objetividad de la Historia sea el motor de nuestra reflexión...
París, 26 de agosto de 1.789: la Declaración de los Derechos Humanos abolió buena parte de los privilegios feudales y colocó al absolutismo en la sección de antigüedades.
Es cierto que fue elaborada por revolucionarios franceses, aunque inspirada en los trabajos previos del filósofo inglés John Locke (1632-1704) y en la posterior Lista de Derechos (Bill of the Rights) de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América (1.778).
A punto estuvo, el documento original francés al que nos estamos refiriendo, de contar únicamente con 16 artículos... Lo cierto es que pocos minutos antes de su definitiva proclamación, y para alivio de muchos de los presentes, se añadió el Artículo 17: "La propiedad es un derecho inviolable y sagrado, del que nadie puede ser privado"... La actual Declaración Universal de los Derechos Humanos cuenta con 30 artículos...El Artículo 17 sigue proclamando que:1.- Toda persona tiene derecho a la propiedad, individual y colectivamente.2.- Nadie será privado arbitrariamente de su propiedad.