“Tenemos una epidemia por todo el país. La gente come demasiado, bebe demasiado, se matan poco a poco. Se inventan excusas para justificarse. Supongo que enfrentarse a la verdad no es fácil. A la gente le gusta lo fácil, estar acostumbrados, a nadie le gusta sufrir. (Todos están bien)”
Esta era la frase del día que alguien muy querido publicó en su muro del facebook. Mira que normalmente no me paro a leer esas cosas, pero me detuve y la leí. Y no sólo eso, también reflexioné sobre lo que dice y, lo peor de todo, me sentí identificada. Hace unos días escuché la noticia sobre la publicación de un pequeño libro de 30 páginas, Indignez-vous!, escrito por Stéphane Hessel, uno de los doce padres de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
No tiene que ver con lo que comemos o lo que bebemos, sino sobre la indiferencia que se está apoderando de nuestras vidas. Su autor muestra en unas pocas líneas su indignación por lo que está pasando en el mundo. Este hombre de 93 años, fue un antiguo combatiente de la resistencia francesa, superviviente de campos de concentración. En su texto nos invita a sentir indignación, a oponernos a cualquier tipo de totalitarismos, a reivindicar la independencia de los medios de comunicación, a revelarnos ante la desigualdad. En definitiva, llama a una revolución pacífica. A mí, sólo con esto, ya se me han sublevado las tripas.