Resulta chocante que el 40,4% de los españoles estaba este junio más preocupado por los políticos que por el paro, con la de gente sin empleo que tenemos. Parece que los políticos están tan cuestionados que sólo hablar de ellos da repelús, es algo así como mentar a Drácula en un centro de transfusión, tanto que ayer nos enteramos que somos el segundo país tras Siria donde más aumenta la percepción de corrupción
Nos escandalizamos con las listas de imputados, al final estamos convencidos que van a acabar todos en el juzgado. Será porque tenemos por ahí escondido algo que nuestros dirigentes no tienen, decencia y vergüenza. Andamos desconcertados con esos señores graves que se han encaramado a las presidencias, a las zarzuelas o a lo que sea y creen estar sobre el bien y el mal. No diré todos porque algún decente habrá, dicen que hasta en Sodoma encontraron a Lot, ¿no?. El caso es que parece que cada generación sea más descarada, degeneran desde el principio de los tiempos. Estos han llegado directamente para sacar tajada pero ni para eso valen ya, son burdos, han arramblado con todo, se han llevado hasta las bombillas y tienen la indecencia de culparnos de sus latrocinios. Hasta se permiten intentar robarnos lo escaso que nos queda, y a lo que no podemos renunciar, nuestra dignidad.
Encima en España, igual por algún tipo de afección cerebral, vete a saber, no se marcha nadie. Y eso que se lo han montado tan bien que con decir “dimito” ya parece que se olviden los delitos y atrocidades cometidas y si no, pues para eso están los indultos, ¿no?. Aunque expolies las arcas o te encuentres a miles de personas, a los que les has “recortado” hasta la tele de su salita, a la puerta del despacho pidiendo tu cabeza, ni siquiera aunque te pillen con una plantación entera de marihuana, con decir aquello de “hasta luego, Lucas” estaría todo solucinado. No parece justo, ¿verdad?
¿Se puede saber que hemos hecho para merecer esta calamidad? Bueno, está claro lo que lo que no hemos hecho. No deberíamos habernos dejado engañar, pero aun estamos a tiempo. No es tan difícil entender que necesitamos personas honradas que antepongan nuestros intereses a los de su partido o, más difícil todavía, a los suyos. No estos personajillos lamentables que se parapetan en sus leyes estilo “Seguridad Ciudadana” y nos amenazan con el palo en la cabeza o en la cartera, algunas veces peor todavía.
Ahora, que se han llevado hasta las telarañas que había en la caja, siguen azotándonos con leyes opresoras e injustas. Igual porque han descubierto que su única salida es perpetuarse. Lo saben, pero o les da igual o pasa otra cosa por sus maquiavélicas mentes; Puede que crean que somos idiotas y que cuando nos acerquemos votar no nos acordaremos de esto, ya se han dado muchos casos. Puede que su soberbia les haga creer que arreglarán este desaguisado (esto, así, no lo arregla ni McGuiver). O puede, lo que es más inquietante, que estén convencidos de que no habrá elecciones y que para entonces, de seguir por este camino, se habrán salido con la suya y estaremos sumidos en una dictadura estilo Corea del Norte, porque, por abuso de mayoría absoluta, la versión “república bananera” ya la padecemos. Lo que está claro es que no son unos suicidas y en cualquiera de las opciones no les importamos un comino, sólo les valemos para sacarnos el zumo.
Si no les paramos los piés nos van a destruir y veremos con que cara miramos a los ojos de nuestros hijos, cuando les digamos que sus vidas son un espanto porque nosotros permitimos que una cuadrilla de vándalos bien vestidos se quedasen con todo. Porque tampoco tuvimos la dignidad necesaria para recuperar lo que heredamos después de mucha lucha y sangre de nuestros padres y que perdimos por negligentes.