Cerca de 2,2 millones de niños y niñas viven en la actualidad en España por debajo del umbral de la pobreza; con ingresos anuales por debajo de la media del 60% de los hogares. Es el porcentaje -26%- más alto de infancia en situación de pobreza en el Estado desde que existe la Encuesta de condiciones de vida (2004). Así, las ventajas que se le suponen tanto a una sociedad del siglo XXI como a formar parte de la décimo segunda potencia económica mundial no ha impedido que la pobreza crónica de la infancia –aquellos que llevan tres de los cuatro últimos años bajo el umbral de la pobreza haya crecido en un 53% en tres años, según recoge el informe.
Infancia en España 2012-2013
El impacto de la crisis en los niños elaborado por UNICEF España. En dos años son 205.000 niños y niñas más quienes viven en hogares con ingresos por debajo del umbral de la pobreza: la infancia ya es -por primera vez- el colectivo más pobre del Estado. Y el número de hogares con niños y niñas en los que todos los adultos carecen de trabajo ha crecido un 120% entre 2007 y 2010. La crisis económica incide con fuerza en las familias con hijos, que sufren un empeoramiento en sus condiciones de vida que afecta a la calidad de la alimentación, la convivencia y a las relaciones entre padres e hijos.
El informe desvela datos tan preocupantes como que en 2010 el 13,7% de los niños y niñas vivía en hogares con un nivel de pobreza alta (familia con dos niños o niñas menores de catorce años y con ingresos inferiores a 10.983 euros anuales). Es la cifra de pobreza alta más elevada de la Unión Europea de los quince. Además, en el conjunto de la Europa de los 27, España solo está en mejor posición que Rumanía y Bulgaria.
La frialdad de la estadística no debe enmascarar que, además de que aumenta el número de niños y niñas pobres, se da el agravante de que son todavía más pobres que años atrás. En este delicado contexto, la experiencia de UNICEF pone de manifiesto que adoptar medidas que protejan los recursos de las familias y de los niños y niñas propician salidas mejores y más sostenibles a las crisis. Es imprescindible una apuesta de futuro garantizando la inversión en la infancia. Así, garantizar la igualdad de oportunidades para la infancia -además de una cuestión ética y de justicia- es una necesidad estratégica y transformadora que revierte en el bien común de la sociedad.
Dejar de lado a la infancia tiene unas consecuencias nefastas e irreversibles a largo plazo. Proteger las inversiones destinadas a la infancia es crucial, pero no es menos trascendente poner a los niños y niñas en el núcleo de las decisiones políticas; que la infancia pase de ser un sujeto pasivo a tomar parte activa en todo aquello que le atañe.
UNICEF propone también una mejora de la calidad, la eficiencia y la coordinación de las políticas destinadas a la infancia –gestión de la salud, educación, protección de la infancia y lucha contra la pobreza- como la única vía posible para retomar el camino del crecimiento y del bienestar de toda la sociedad. La apuesta decidida por la infancia es una oportunidad nueva para nuevos tiempos; un desafío nunca acabado de abordar en nuestra sociedad.