Revista Infancia

Infancia y corrupciones

Por Anarod
Tomo el título de esta vacilante entrada de un excelente libro de memorias: el primer volumen de la autobiografía de Antonio Martínez Sarrión, gran poeta y el mejor traductor al castellano de "Las flores del mal".
Lo de vacilante tiene que ver con la actualidad y con la temperatura ambiental, que empieza a ablandarnos.
Y con esta misma entrada, que dejé sin publicar y a la que ahora le añado la cabecera. Porque numeritos por numeritos, mejor los que nos hacían hacer (y sin afanes espúreos).
INFANCIA Y CORRUPCIONES
Con mi amiga Choni, desfilando de angelitos en la procesión del Corpus. Tres añitos.
Yo soy la de la derecha, por si hay dudas.
En un espectáculo musical. Estoy en la primera fila... algo apesadumbrada (no sé si aborchornada también) por el lazo, pero aguantando el tipo (al menos en comparación con la chica de al lado)
INFANCIA Y CORRUPCIONES
El pasado día de San Juan...
Estaba tumbada en el sofá del salón a última hora de la tarde, cansada
(yo; la tarde era espléndida pero aun así no logró desalojarme)
y algo ausente.
Durante la semana varias veces pensé en los niños.
Los eché de menos en la piscina del gimnasio (un par de mañanas van un grupito de cuatro o cinco años de un colegio próximo y a menudo me distraigo con ellos un rato).
Hice ciertos planes para el año que viene relacionados con los niños.
Leí un cuento tremendo de Julio Ramón Ribeyro: Los gallinazos sin plumas.
Me quedé aturdida con el accidente de Castelldefels y recordé las primeras líneas de la novela de José María Guelbenzu "El amor verdadero", que la recorren como un leit-motif: "La vida demuestra que la experiencia personal es intransmisible" (con lo que ello acarrea en las relaciones padres-hijos).
Aen tal estado de ánimo, decidí distraerme un poco con las imágenes, y zapeé.
Había noticias relacionadas con el aniversario de la muerte de Michael Jackson: la restauración de su efigie de cera en el afamado museo londinense y...

P.S. Iba a titular la entrada "¡TELA!" y a ser sarcástica.
Pero estaba cansada y sentía pena.

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