Lo que se escribe aquí sobre la reina Rania de Jordania, y que puede cambiar el destino de Oriente Medio, no va a leerse en Hola, donde suele aparecer como una de las mujeres más elegantes del mundo.
Lo que se dice aquí es posible que sea la primera vez que aparezca por escrito: el rey Abdalá II de Jordania está amenazado con la pérdida del poder y quizás de la vida si no repudia a la reina Rania, de 41 años, con la que se casó hace 18, y con la que tiene cuatro hijos.
La oleada de integrismo islamista que arrolla el mundo sunita, como antes el chiita desde Irán, ha llegado para amenazar el Palacio real de Ammán. Y nosotros hablando de “revoluciones” árabes cuando serán la vuelta al medioevo.
Rania, de familia palestina, es demasiado occidental, gasta mucho en ropas y viajes, y debe ser repudiada o volver a los velos y ropas informes, símbolo de modestia de la mujer musulmana.
Ese es el ultimátum dirigido a Abdalá por los Hermanos Musulmanes y otras sectas fundamentalistas que ingenuamente muchos llaman moderadas en Occidente. El más amable de todos esos es más fanático que el inquisidor Torquemada.
El Rey está en una terrible situación. Aparentemente es un amante padre de familia que quería modernizar su país occidentalizándolo, pero la corriente salafista de la historia va hacia atrás, en contra de su voluntad.
Recuerda que su padre, el rey Husein, sufrió 12 atentados e intentos de asesinato de los fanáticos musulmanes, y que a su abuelo, Abdalá I, lo asesino en 1951 un palestino en la mezquita de Al Aqsa, en Jerusalem.
Vienen malos tiempos para Rania, Abdalá, Jordania, y para todo el mundo civilizado: el integrismo está arrollando.
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Apliquemos una tira de SALAS a esta historia: