(JCR)
“Un profesional de la información debe huir siempre de las fobias”. Recuerdo haber escuchado esta frase infinidad de veces de una muy querida profesora de Redacción allá a finales de los años 80 cuando estudiaba yo Segundo de Periodismo. Y siempre nos ponía dos ejemplos: “la principal fobia de ABC es Felipe González, y las de El País son Ronald Reagan y Juan Pablo II”. No sé si siempre lo he conseguido, pero al menos me he esforzado en seguir este consejo de mi sabia docente.
Desde que mi compañero y yo empezamos este blog en 2006 nos hemos ceñido siempre a asuntos africanos, y por una vez me van a permitir una excepción, porque al estar integrados en un portal web de información religiosa no puedo dejar de expresar mi gran preocupación por el nivel de fobia -rayano en lo visceral- que uno se encuentra a menudo en ciertos círculos del ciberespacio eclesial. Y lo más curioso del caso es que estas expresiones de fobia abundan en webs de información cuyos autores enarbolan banderas de la más estricta ortodoxia y pureza doctrinal, y que al final resultan en esquemas simplistas: dividir la Iglesia en los que están de acuerdo con ellos y los que no, ensalzando a los primeros y cargando las tintas y condenando a los del segundo grupo. Una variación curiosa de este tipo de expresión consiste en condenar a teólogos y religiosos por parte de personas que ni siquiera se han molestado en leer ni dos páginas de los libros que critican.
Tal vez por haber pasado más de media vida fuera de España, me he acostumbrado a la información religiosa equilibrada, seria y con una buena base de documentación y de análisis crítico, y mis puntos de referencia son medios como el francés La Croix y el británico The Tablet, donde uno encuentra información religiosa de calidad, sin aspavientos, yendo al fondo de las cosas, y por supuesto sin exabruptos ni descalificaciones. En España, a Dios gracias, tenemos Vida Nueva que –por lo menos desde lo que yo la conozco de sus últimos años- responde a estos criterios profesionales y de la que me honro como uno de sus colaboradores desde el año 2008.
En Religión Digital llevo como bloguero ocho años y si no me sintiera a gusto ya me habría marchado, como fue el caso con algunos de sus antiguos colaboradores que ahora echan pestes de ella pero que bien que les sirvió para afianzarse mientras les resultó útil como una escalera para subir. Con todo el cariño del mundo para mis amigos José Manuel y Jesús, creo que en ocasiones también se peca de fobias innecesarias, como me parece que es el caso del Cardenal Rouco, cuyo balance de 20 años al frente de la archidiócesis de Madrid me parece que está más allá de simplificaciones y debería ser más matizado, teniendo que reconocérsele muchos logros, independientemente de que haya tenido sus sombras.
En España parece que somos muy poco amigos de los equilibrios, y declarados enemigos de la escucha hacia quienes tienen opiniones diversas a las nuestras. Vean uno de los mal llamados programas debate de la televisión española y verán cómo los participantes se interrumpen con saña todo el tiempo para atacar a quien piensa distinto. Pero si programas así tienen éxito eso se debe a que a su público le parece de perlas ese tipo de comportamiento. Parece que llevamos el gen de la crispación en nuestro ADN, que seamos extraño al consenso y la conciliación –dos grandes virtudes que personalmente he visto en muchas culturas africanas- y que para afirmar algo tengamos que hacerlo atacando a alguien, y cuando esto se hace desde la Iglesia el espectáculo es aún más desastroso.
El último grito (y nunca mejor dicho) de esta tendencia a la descalificación y al maniqueísmo doctrinal consiste en atacar al Papa Francisco. Algunas de las webs a las que me he referido lo hacen, unas de forma más descarada y otras con dejes más sibilinos, dando acogida en sus páginas a ataques injustificados, jaleando a sus detractores y dando acogida en bastantes de sus comentarios a descalificaciones que no raramente rayan en el mal gusto. Del Papa Francisco les molestan sus gestos, su lenguaje, sus entrevistas, sus expresiones, sus decisiones, las personas a las que visita, y hasta los comentarios elogiosos que recibe por parte de personas a las que consideran su escoria particular. Le acusan de fomentar la confusión, de ser imprudente, de realizar nombramientos episcopales nefastos, y de promover el desconcierto. Vean, si no, algunos comentarios realizados con ocasión del reciente Sínodo de la Familia, donde a más de uno le han rechinado los dientes tras la libre expresión de puntos de vista de pastores que tienen experiencias de las periferias del mundo y que se han visto animados por el ambiente que el Papa creó en favor de una expresión libre y sin temores.
Me permito añadir un último detalle: aunque este blog sobre África no es exclusivamente sobre temas religiosos, sí que hemos hablado en varias ocasiones de los Papas precedentes –Juan Pablo II y Benedicto XVI- cuando han realizado algún viaje a un país africano o pontificado sobre temas que tienen que ver con este continente. Si algún fallo se nos puede achacar en este sentido es no haber dado suficiente cuenta de intervenciones o declaraciones del obispo de Roma en favor de África, como fue el caso de la visita de Francisco a la isla de Lampedusa. Pueden nuestros lectores buscar en el archivo de nuestro blog y les aseguro que nunca encontrarán que hayamos dicho nada negativo o irrespetuoso sobre ninguno de ellos, y si ha podido haber algún tema en el que hayamos tenido una opinión distinta, hemos preferido callárnosla, conscientes de que aunque somos un blog independiente no por eso dejamos de ser un blog escrito por personas que se confiesan como cristianas.