Revista Comunicación

Información veraz y manipulación mediática

Publicado el 06 octubre 2015 por Humberto M. Fresneda @hmfresneda

Creo que no sabemos escuchar. En comunicación escuchar al otro es importante. Ponerse en el pellejo del otro es vital para desarrollar una comunicación eficaz.

Los medios de comunicación deberían escuchar más al otro, a su público y deberían hacer propósito de cumplir fielmente el mandato constitucional que el artículo 20 de la tan, últimamente, discutida Constitución nos señala. Tenemos el derecho a recibir comunicación veraz a través de los medios. Comunicación veraz que significa comunicación en profundidad, honesta, universal.

Tradicionalmente se ha dicho que los medios de comunicación tienen la misión de informar, formar y entretener. No sé por qué me da que informamos a medias, que no nos interesa formar y que entretenemos no para pasar un buen rato sino para tener una buena cuenta de resultados.

Las informaciones que rápidamente puse, desde este blog, sobre las elecciones en Cataluña son un ejemplo claro de desinformación. De que escuchamos poco al otro.  Nos hartamos de decir que todos los políticos, después de unas elecciones, independientemente de los resultados, siempre ganan pero los medios de comunicación no se quedan atrás porque siempre saben sutilmente contarnos a su manera la información electoral. ¿A qué manera? A la de aquella que responde a sus intereses sin escuchar a los intereses de la sociedad.

Hay una técnica de manipulación muy muy vieja en los medios que es la mezcla de hechos y juicios de valor. O lo que es lo mismo, elevar a información la opinión. La “Amarga Victoria” con la que El Periódico de Cataluña titula al día siguiente de los comicios catalanes es el más claro ejemplo de cómo no se debe titular. La victoria en escaños o en votos es la que es y la amargura ya la supondrá o no el lector. Por no decir la antagónica visión de las elecciones del diario El Mundo o de la Vanguardia, para el primero derrotado el independentismo, para el segundo imponiéndose el sí. No escuchamos el mandato periodístico de informar con verdad, porque no nos interesa el otro, nos interesa colocar nuestra ideología al servicio de nuestros intereses.

Los programas formativos, ¿dónde se encuentran? ¿Qué tipo de entretenimiento es aquél que se “vende” en televisión”, en las revistas del corazón? Pues muy sencillo, aquél que nuevamente me da números negros sobre rojos.

Porque a los medios de comunicación no les interesa una sociedad formada sino una sociedad manipulable a la que puedan “sorprender” para que les consuman. Yo, sinceramente, quitaría toda la bazofia de programas de “entretenimiento” que nos ofertan los grandes cuidadores de la sociedad.

Porque no escuchamos al otro. No escuchamos la necesidad de una programación para el crecimiento de la persona, de su integridad, para la transformación de una sociedad que junta pueda avanzar construyendo sobre sólidos pilares el futuro de las próximas generaciones.

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