Desde hace unos años varias unidades del Pentágono y de distintas agencias federales de los servicios de Inteligencia trabajamos con escenarios plausibles de catástrofes naturales y provocadas por el ser humano. De estos trabajos han surgido numerosos planes de contingencia, prevención y respuesta de emergencia. Aquellos que se refieren a distintos escenarios de colapso son especialmente llamativos para los ciudadanos, pero no deben caer en el error de sobredimensionarlos y pensar que son exagerados o irreales. Si algo hemos aprendido con la práctica es que hasta el escenario más impensable se puede hacer realidad en alguna parte del mundo.
Desde todos los sectores que trabajamos de alguna manera en la planificación de respuestas a distintos escenarios de colapso y catástrofes, venimos incidiendo mediante informes o intervenciones públicas o en foros restringidos sobre algunos de los más peligrosos, como son las crisis energéticas, de agua, alimentarias, ecológicas, económicas, climáticas y sociales. Todas ellas o por separado implican la posibilidad de generar un colapso de la civilización en las próximas décadas o crisis regionales que podrían colocar a amplias zonas del mundo bajo condiciones sin ley, con aumento progresivo de la violencia y luchas que desgarrarán el tejido social.
Uno de estos informes preventivos y de alerta, elaborado por especialistas del Pentágono y de los servicios de Inteligencia y Emergencias, que más ha dado que hablar es el denominado Conop 8888, cuyo objetivo es instruir al ejército estadounidense para garantizar la supervivencia de la humanidad, incluso de poblaciones de países tradicionalmente enemigos, en diversos escenarios de colapso. De forma realista hemos diseñado un escenario apocalíptico y de caos, con distintas amenazas, además de diversas líneas de estrategia para salvar a la población y garantizar su supervivencia.
El Pentágono decidió la desclasificación de este documento de trabajo, aunque no de todos los informes relativos a este tema, y su divulgación a través de la revista especializada Foreing Policy, debido al interés público y la necesidad de preparar a la población para una posible situación de crisis global o regional en próximos años. El plan de contingencia para actuar ante un posible colapso está desarrollado en 31 páginas y fue elaborado durante los últimos años y puesto a punto en el 2011. Desde entonces, un Comando Estratégico del ejército de EE. UU, junto con unidades especiales de inteligencia, se entrenan bajo estas directrices y otras elaboradas recientemente, en una base situada a las afueras de la ciudad de Omaha (Nebraska), además de en otros puntos geográficos de interés no revelados aún públicamente.
La experiencia de estos tres años de instrucción y entrenamiento con esta herramienta de formación de militares, utilizando escenarios ficticios pero previsibles para adquirir conocimientos y experiencia táctica real en situaciones de grandes catástrofes planetarias o regionales, han sido muy positivas y demandan la continuación de estos ejercicios y simulacros.
En la mayoría de los informes y escenarios que estamos estudiando, encontramos cuatro elementos que serán decisivos y estarán en la base de posibles colapsos o catástrofes: la escasez alimentaria, de agua, energía y los cambios climáticos. Y un quinto elemento que está descontrolado e implica problemas a corto, medio y largo plazo: la superpoblación humana.
Los riesgos que afrontamos son muchos y variados, pero podemos resumirlos en: violencia y enfrentamientos entre países por el acceso a los recursos; aumento del precio de los alimentos (entre un 3 y 84% hasta el año 2050) y ‘puntos calientes’ de hambre; amplios territorios sin acceso a recursos hídricos (por cada grado centígrado suplementario (de calentamiento), los recursos de agua potable disminuirían en un 20%; desigualdad económica y generalización de la pobreza; enfermedades crónicas y auge de las infecciones y epidemias.
Una combinación que ya está en marcha en muchos lugares y plantea escenarios que van a colapsar, y que ya están colapsando de hecho en lugares como Asia o África.
Ante este panorama, los planes de prevención y preparación estadounidenses se presentan como una solución inteligente que al menos servirán para tener al país preparado para lo peor.