Allí vivía y mandaba el tirano Aristipo, que temeroso de que le sorprendieran, se encargaba personalmente de echar el cerrojo a las puertas, después de mandar salir a cuantos no fueran de su absoluta confianza.
Dicen que su cama se encontraba en una amplia cámara, en la más alta cama, lugar al que sólo se tenía acceso a través de una abertura practicada en el suelo.
Pero siempre hay algo que se te olvida. Parece que si alguien se lo propone no hay cerrojos que valgan. Y así se lo hicieron saber al gobernante. A lo que respondió:
—Ese cabo siempre quedará suelto, pues es más agudo el ingenio de quien trata de matar que el de aquel que intenta seguir viviendo.
Aristipo, tirano de ArgosH I S T O R I A S D E L G R I E G O