Ingeniosas, bonitas, sorprendentes… pero estupideces, al fin y al cabo. Y quizá por eso me encantan.

Además de esta “Tormenta en una taza de te”, en la tienda Laikingland hay una silla que se levanta sola leeeeeeentamente, una máquina con la que controlar los latidos o unos bonitos aplaudidores en distintos colores.
Así que, ¿a qué estás esperando para entrar?

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