Cuando una película se basa en hechos reales el director se toma licencias para construir su obra; de esa cuenta, casi siempre hay transgresiones, pequeños pasajes que van en dirección distinta a lo que de verdad ocurrió. La libertad artística es importante, pero ¿hasta dónde es permitido manipular la verdad y construir universos diferentes, a partir de la propia creatividad?
En su más reciente título, Quentin Tarantino inventa una historia dentro de la historia; es decir, toma personajes reales, y los incrusta en una realidad alterna, creada por él.
Inglorious basterds, traducida al español como Bastardos sin gloria, es el nombre del filme. La acción se ubica en la Francia ocupada por los Nazis. Los protagonistas son: Hans Landa (Christoph Waltz), un coronel alemán, cazador de judíos; Shoshanna Dreyfus (Mélanie Laurent), una judía que escapa del coronel Landa; Aldo Raine (Brad Pitt), un teniente sanguinario, cuya misión es exterminar el mayor número de nazis; Donny Donowitz (Eli Roth), Archie Hicox (Michael Fassbender), Hugo Stiglitz (Til Schweiger), integrantes del batallón llamado “los bastardos”; Joseph Goebbles (Sylvester Groth), el segundo hombre en importancia de la Alemania nazi, después del Führer, y director de cine; Adolf Hitler (Martin Martin Wuttke); Bridget Von Hammersmark (Diane Kruger), actriz devenida en espía y doble agente a favor de las fuerzas aliadas; a ellos se agrega un número considerable de secundarios.
La historia se desarrolla en torno a Hans Landa y Aldo Raine, cada uno está inmerso en su cacería particular, que inevitablemente hará que lleguen a encontrarse.
Para analizar la película hay que ver dos aspectos. El primero es el que se refiere a la parte formal; en ese sentido se puede hablar de un producto realizado con excelencia. No cabe duda, Tarantino es un maestro para ensamblar todas las partes; la música, la fotografía, la dirección de arte, el maquillaje, el sonido, todo está al servicio de la historia; el conjunto es un espectáculo visual; todo matizado por esporádicos estallidos de violencia que se convierten en fuegos de artificio.
La estructura, entonces, es sólida; pero aquí viene el segundo aspecto, el relativo al argumento. Desde que debutara, en el cine, con Perros de reserva, el mayor atractivo de las cintas de Tarantino ha sido el guión; todos sus trabajos anteriores están cargados de diálogos inteligentes y situaciones que, aunque absurdas, resultan verosímiles; Inglorious basterds tiene algo de eso; sin embargo, esta vez se le va la mano.
El problema es que, a pesar de ser una historia muy bien contada, no se llega a algo concreto; se pasan los más de ciento cincuenta minutos de metraje y se tiene la sensación que la cinta va para ninguna parte. Se puede decir que es el absurdo del absurdo.
Los personajes de Inglorious basterds son caricaturescos, esa es la intención, el mejor logrado es el interpretado por Christoph Waltz, su caracterización de Hans Landa es maginfica. Los demás personajes están bien representados, Tarantino demuestra, una vez más, que es capaz de obtener lo mejor de sus actores.
La trama y el desarrollo de los hechos da lugar a distintas interpretaciones, aunque al final es difícil saber que quizo decir el director. Se está en presencia de una producción de impecable factura, pero que tiene un guión incomprensible; no porque sea profundo o enredado, todo lo contrario, es lineal y de fácil resolución.
¿Alguien sabe en dónde quedó el Tarantino que escribíó los guiones de Perros de reserva y Pulp Fiction?
Calificación 7/10