La enorme cantidad de comentarios que circulan por la red menospreciando la pérdida de una vida humana por el hecho de que la víctima fuese una política del Partido Popular (por muy poco ejemplar que hubiera sido su trayectoria) e incluso manifestando alegría por su muerte, muestra el nivel de perversión, de inmoralidad, de animalidad y de maldad que está anegando nuestras sociedades. Y el hecho de que la mayoría de quien hace eso haga al mismo tiempo gala de progresismo y de espíritu revolucionario indica que se ha perdido el norte por completo.
Cuando no se entiende que no somos dueños de la vida, de la naturaleza, de los seres humanos… y que por eso hemos de cuidarlos y cuidarnos por encima de cualquier otra aspiración u objetivo, estaremos condenados sin remedio.
Lamento la muerte de esa persona y desprecio a quien se alegra de la desgracia y del sufrimiento ajeno tanto como desprecio también al que lo provoca innecesaria o injustamente.
Y no puedo dejar de manifestar una indignación semejante ante las personas (algunas de ellas periodistas y responsables políticos muy significativos ligados al PP) que ya estaban culpando a sus adversarios políticos de un crimen que finalmente resulta que ha sido perpetrado por una persona de su propio partido.