El secesionismo de las ricas regiones catalana y vasca nace de un error constitucional, el renacimiento de los fueros y conciertos en Navarra y Vasconia, frente a la igualdad de las demás CC.AA.
Ambos fueros se heredaban de las guerras carlistas, aunque el vasco derivaba del Concierto Económico firmado en el siglo XIX como compensación a la abolición de su sistema foral.
Al no unirse Guipúzcoa y Vizcaya al levantamiento de Franco, como hicieron Navarra y Álava, perdieron las ventajas fiscales del Concierto, que la Constitución de 1978 les devolvió. Y debe decirse: por presión de ETA y miedo de los constituyentes.
Así se reafirmó un sistema injusto para los demás españoles. Que debería revisarse porque las regiones ricas como Cataluña exigen su independencia ahora por no disponer de iguales ventajas, aunque las rechazaron tras la Constitución de 1978.
Hasta la Comunidad de Madrid, que sería la región más beneficiada con un régimen foral, dice que quiere tener la misma consideración fiscal que la que alcance la Generalidad catalana: en lugar de ir adelante, se va hacia atrás.
Ahora, tres fuerzas fundamentales en el País Vasco, el gobernante PNV, el PSOE y el PP, acaban de firmar acuerdo que garantiza que las tres provincias vascas cuenten con la misma fiscalidad.
Es decir, Rajoy le ha dado a nacionalistas y socialistas los votos que necesitaban para reforzar el foralismo, para mantener y ampliar las diferencias fiscales con el resto de España.
Cuando, al contrario, debería poner freno a ese sistema ventajista de unos sobre otros mientras Europa no iguale sus fiscalidades.
Porque, tarde o temprano, y con la paulatina desaparición de los paraísos fiscales europeos y la homogeneización de numerosos aspectos de la economía, ni foralismos, ni separatismos ni ventajismos regionales tendrán futuro en Europa.
Ya es tiempo de aceptar que este es el principal cambio constitucional que se necesita.
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