Revista Cultura y Ocio
Todo comenzó con la abstracción que le imponían las ecuaciones matemáticas: sus metas propuestas lo llevaban a recluirse días completos. Solo el llamado del cuerpo desviaba su trabajo: comía, reposaba y regresaba a sus continuos cálculos. Con el tiempo, juzgó que esos reclamos corporales paralizaban su avance. Decidió robarle horas al descanso, a sus comidas, para meditar acerca de las exigencias de la carne, frente a la libertad del espíritu. Sin detenerse, elevó su mente y su conciencia, despegándose de las necesidades terrenales. No recuerda el momento exacto en el que se separó de su cuerpo y le resulta curioso ver a sus familiares y amigos transportando el ataúd. Se siente a gusto en esta nueva esencia, en este alejamiento de lo material. Además, se ha encontrado con muchos genios que creía muertos.
© Sergio Cossa 2012Pie de página del feed