Podrás dudar de la gente que os rodeaba en aquel momento, la canción que sonaba de fondo, el vestido que lucías ese día o la camisa con la que él procedía a conquistarte. Quizás llegue el día en el que olvides las palabras que salieron de tu boca, de la suya o de quienes observaban la escena. Es posible que las palabras se te queden cortas para describir aquella chispa que hizo aparición al inevitable contacto entre ambos. Perecerá la flor que adornaba el abrazo. También es probable que desaparezca la foto en la que alguien inmortalizó el instante, borrando ante ojos ajenos el suceso.
Pero de lo que estás completamente segura es de como te sentiste en aquella corta pero intensa fracción de tiempo. El motivo por el cual decidiste rendirte a las jugadas de la mente, las emociones que luchan por salir a flote y el ritmo cabalgante que adoptaron tus pulsaciones. No desparecerá el brillo de ojos, culpable de querer quedar tatuado en quien le devuelve la mirada. Se buscarán de nuevo los labios que desataron un mar de húmedas chispas candentes, para sentir de nuevo esas primeras corrientes.Cambian los tiempos, las palabras y los gestos... pero lo que el paso de los años hace inmortal es la tensión que nace entre dos personas, casada en perfecta armonía con las sonrisas que el recuerdo despierta tras largos días dormidas.
Foto y texto originales de Caroline A.N.
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