Revista Opinión

Inmovilizado…

Por El Tridente

INMOVILIZADO…

Ya no sé a quién creer o a quién ignorar porque mira que siguen erre que erre con eso de que el móvil produce cáncer, y aviso que con esto no quiero decir que sea cierto o falso sino que ya me empiezo a cansar porque no se ponen de acuerdo. En esta ocasión ha sido la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer quien argumentaba la pasada semana que el uso de los terminales móviles podría incrementar el riesgo de sufrir ciertos tipos de tumores cerebrales.

Pues a mí esto me joroba y mucho porque con lo hipocondríaco que soy ya he realizado el cálculo de lo que he hablado en estos últimos 16 años, tiempo que llevo con móvil si me baso en una hora diaria de conversación. El resultado es que he estado con el teléfono pegado a la oreja 5843 horas lo que serían 243 días enteros. Y a ver, yo creo que a estas alturas y tras mi particular estudio si atiendo a este apocalíptico mensaje, lo lógico es que tuviera ya el cerebro más frito que el bacon que me ponen en el bar de la esquina.

Además, la Agencia clasifica a los teléfonos móviles en la misma escala de riesgo de cáncer en la que se encuentran el plomo, el cloroformo, la sacarina y el café. Así que ahora me preocupo aún más puesto que si encima que voy a tener que dejar de hablar por el móvil, no me agrada nada tener que cambiar el plomo de mi caña de pescar por otro elemento pesado. Tener que beber menos café y encima no ponerle sacarina y además tener que buscar otro sedante que no sea el cloroformo para mis secuestros.

Y desconozco de verdad que insidias se ocultan tras este nuevo anuncio porque si me hablan de que ya se ha dado el primer caso comprobado de tumor cerebral por culpa del teléfono móvil, entonces sí puedo considerar que existe una base real sobre el asunto, pero sino, sigo pensando que es necesario seguir avanzando en las investigaciones antes de llegar a conclusiones precipitadas.

No obstante, y solo como medida de precaución, estoy utilizando ese aparatito consistente en unos auriculares con micrófono incluido que incorporan los teléfonos de hoy en día y que nunca utilizamos. De esta manera, sigo hablando con todo el mundo pero con el terminal alejado. Así que sea o no real, más vale ser cautos y no confiarnos, porque ya bastante daño le hace ya la televisión a nuestras neuronas como para acabar de freírlas por abusar de la tecnología.

Esta es la crónica habitual, de un día como otro cualquiera…


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