La semana pasada, recorriendo la Feria Internacional del Libro de Bogotá, Colombia, me encontré con una maquina expendedora con mucha literatura. Para comprar un libro tenías que seleccionar el de tu preferencia e introducir el valor que solicitaba la maquina, así como cuando compras un chocolate o una bebida en otras maquinas expendedoras.
Una pieza promocional creativa, innovadora y otra forma de atraer posibles compradores. Un recurso muy acertado con una experiencia fuera de lo normal, ¿quién dijo que todo lo que tenga que ver con libros tiene que ser aburrido?