Agora del puerto deKos
Fotografía http://odysseus.culture.grLa manida y desgastada palabra democracia, vigente como concepto desde el siglo V a.c. en tiempos de Pericles en la antigua Grecia, es el argumento que hoy propongo como eje del escrito que desarrollaré a continuación.
Si permanece como lo sentencia su origen etimológico, entonces está definida como el gobierno del pueblo, aunque en esta época contemporánea tal logro sea a través de representantes escogidos por los ciudadanos, quienes los eligen para encarnar el poder ejecutivo y el legislativo, por ello resulta desconcertante comprender, como se le ha desvinculado del postulado inicial en el que los ciudadanos otorgan un cometido a sus electos dirigentes, para que resuelvan de manera pacífica y plural las necesidades y derechos de todos los miembros del colectivo.
Porque de otra forma, cómo podemos explicar sucesos como los que están ocurriendo en Colombia en donde se ha establecido una profunda protesta popular como consecuencia de décadas de deficientes gobiernos, ciegos y sordos al clamor ciudadano y orientados únicamente a proteger los intereses, derechos y privilegios propios además de los de la cúpula asociada a estas altas dignidades gubernamentales como son los grandes industriales, constructores, comerciantes y financistas asociados todos entre sí en poderosos gremios económicos, que eluden contribuir con las mejoras de la calidad de vida del resto de la población, mas allá de un insignificante cuentagotas que ha permitido acrecentar la denominada clase media, que aún es muy pequeña, económicamente débil, además de poco participativa en las decisiones políticas por indiferente e ignorante, y que solo alcanza a un 35% de la población si nos atenemos al concepto del banco mundial que la establece como aquel grupo humano con ingresos entre los 10 a los 50 dólares diarios estables, correspondiendo este segmento poblacional al grupo que dinamiza la economía a través del endeudamiento asociado al consumo de bienes duraderos; existe un resto de población que se sumerge entre la pobreza y la pobreza extrema concentrándose en la zona agraria en donde el 50% vive bajo el indicador de pobreza y el 25.5% en pobreza extrema, argumento suficiente que determina el fundamento de la actual protesta social y que manifiesta cuan ajenas son las frías decisiones y ejecuciones en políticas públicas que no protegen ni resuelven derechos y necesidades básicas de la gran mayoría, lo que finalmente demuestra que del término democracia no queda más que una falacia.
Continuando con la argumentación, cómo podemos entender la decisión de los gobiernos europeos y norteamericano de intervenir militarmente en Siria; hace muchas décadas una operación castrense no tenía tanto antagonismo entre la población occidental, si repasamos un poco de historia contemporánea y recordamos conflictos como el de la antigua Yugoslavia en los 90s o la intervención contra Sadam Hussein en busca de las armas de destrucción masiva o la intromisión en Afganistán en contra del Talibán, siempre se encontraron conceptos discrepantes, pero jamás como en esta ocasión y aun así los gobernantes de Francia, el Reino Unido y Estados Unidos apoyados logísticamente por Canadá, Alemania, España y otros estados de la OTAN quieren llevar a cabo una operación militar aunque más del 55% de la opinión pública lo deplore y condone sin ambigüedad como también lo hace el papa Francisco quien está realizando una amplia campaña en contra de la solución bélica; de ahí que resulta nuevamente incomprensible a quien sirven estos gobernantes a sus camarillas aliadas o a la inmensa mayoría que los ha elegido para representar de manera equilibrada el interés general.
¿Qué está sucediendo? ¿Acaso han perdido el olfato y el oído los políticos que no escuchan el clamor general?
O la soberbia y la consiguiente ceguera de unos cuantos está imponiendo una agenda a la que los políticos cobardes no se pueden oponer.
Obama parece estar preso por sus propios miedos, poco queda del valeroso senador, ahora es un prisionero de su particular cargo.
En cuanto al pragmático Santos está mal asesorado, al punto que en el gabinete están los aniquiladores y verdugos de sus políticas, gracias a las posiciones ambivalentes que desorientan y desconciertan al colectivo y agudizan más la problemática social.
Esta discusión de cuan se han distanciado las políticas públicas del colectivo en general, atrae un necesario debate de como la desregulación del sistema financiero mundial y de la vigilancia de las prácticas monopolísticas y oligopolísticas afectan la toma de las decisiones ponderadas para la buena gobernanza. Además si la moral no es suficiente herramienta para controlar las arbitrariedades y el hostil desenfreno que solo busca incrementar exponencialmente utilidades a costa de la miseria de millones, pues que se retome los antiguos modelos regulatorios que obligaban a contener los ilícitos desbordes que son de común ocurrencia en el presente.
Solo resta aspirar que en parlamentos y congresos los legisladores decentes, logren introducir estos ajustes para que la tranquilidad y la observancia de las buenas prácticas comerciales y empresariales de nuevo sean de común ocurrencia y las normas se conviertan en acantilado infranqueable para los avaros y codiciosos empresarios.