Revista Cultura y Ocio
"Vivimos inmersos en el reino de la cantidad. Hoy en día la calidad, si no cuenta con un buen número de lectores, es relegada a los márgenes. Los medios fomentan esto; y además las cosas solo interesan en la medida en que son noticia. Los muertos dejan de leerse porque dejan de ser noticia y de ser promocionados. Es terrible. Yo abogo por una sociedad que rinda tributo a lo pequeño: pequeñas empresas, autores de culto, redes interactivas con los lectores, frente a emporios anónimos, autores de grandes cifras y publicidad a raudales. Esto es perfectamente posible en la actualidad y transformaría el uniforme panorama. El reino de la cantidad es nuestro becerro de oro."
Esto lo dice hoy en El mundo Jacobo Siruela, editor y dueño del sello Atalanta, a propósito del reportaje titulado "Cuando lo que leíamos era literatura", en el que se habla de cómo ha venido empeorando, a lo largo de unas décadas, la calidad de los libros más vendidos. A mí, que me interesan poco los libros más vendidos y menos aún el cambio que se ha podido venir produciendo en su supuesta calidad a lo largo del tiempo, sí que me interesan -y comparto al cien por cien- estas palabras de Jacobo Siruela. ¡Cómo no, si este blog -casi una materialización de lo que él manifiesta- entronca con esa vocación por la difusión de la calidad, el enaltecimiento de lo minoritario, la apuesta por la grandeza de lo menudo!
¿Exigen los lectores menos? ¿Leen lo que se quiere que lean? ¿Les falta criterio? Tal vez todo ello. O nada. Tal vez lo que falten son verdadedores orientadores en esto de la lectura que sepan llevarnos de la mano, descubrinos universos que conecten con nosotros, acercarnos a lo que verdaderamente esperamos de un buen libro, señalarnos -aunque solo sea para saberlo- dónde reside la gran literatura que, en la mayoría de casos, nada tiene que ver con esa de cartón piedra del marketing programado, con esa postiza, espuria, de los estantes piramidales de los hipermercados.
Hay tanto por leer y tan bueno...
Vivimos en la confusión de la abundancia, debería haber dicho Siruela. Como no lo ha dicho, lo digo yo. También se lo dijo Séneca a Lucilio: "En cuanto a la lectura, no te dejes llevar por la confusión que provoca tener mucho a tu alcance. Lo importante no es el número de libros que leas, sino la intensidad con que lo haces, lo que te reporta y aprovecha cada lectura, y la calidad de lo leído." No es mal consejo para quien empieza.
La semana pasada dos personas -jóvenes- interesadas en la lectura me pidieron que les recomendara algunos libros para introducirse en la buena literatura. A la primera -chico, veinte años- le recomendé En las montañas de la locura de Lovecraft y David Copperfield de Dickens. A la segunda -chica, alrededor de treinta-, El gato de Simenon y ¿Fue él? de Zweig. No sé si acerté abriéndoles una puerta -el tiempo lo dirá-, pero si sé que si esa puerta se ha abierto, permanecerá abierta -si acaso entornada- el resto de sus vidas. Esa es la gran satisfacción, el sentido final de quienes, de una manera u otra, intentamos inocular en los demás el virus de la literatura.
Imagen: Norman Rockwell. Before the shot, 1958