Que las fotos antiguas tienen un toque especial es algo que a nadie se le escapa. Ese blanco y negro primigenio y su posterior desarrollo poseen una personalidad que mucho tiene que ver con los matices, la profundidad de campo y un cierto halo de misterio, que el color no puede igualar. Si contemplamos las fotos de nuestros padres y abuelos, podremos percibir que la profesionalidad de los pioneros era más que notable. Esas imágenes, tomadas en plena calle por los fotógrafos que se ganaban la vida realizando sus capturas diarias, son dignas de admiración por su calidad y como fiel testigo de una época. Pero hoy no les traigo una galería de imágenes cotidianas, sino su versión más siniestra o inquietante, la que sólo puede ofrecer el blanco y negro de otros tiempos. La perspectiva con la que ahora las contemplamos hará el resto del trabajo.
LA CABEZA DE MAMÁ: Ignoro si se trata de una fotografía original, aunque lógicamente trucada, o una instantánea reciente y manipulada para que parezca antigua. Sus rostros, su fisonomía, parecen indicar que no es un trabajo reciente y espero que tampoco fuera una imagen real tomada a una familia de psicópatas.
TRUCO O TRATO: Menudos disfraces se trabajaban los niños de antes, siniestros y con aspecto de serial killers. No cabe duda de que, quien fuera capaz de abrirles la puerta, era un valiente en toda regla.
LA GUARDERIA: O quizás un orfanato de lo más peculiar, en el que se consiguen unas máscaras muy asequibles, pero con un aspecto nada tranquilizador, como el de la mujer que se sitúa al fondo, junto a la ventana.
¿QUIÉN ES LA MUÑECA?: No se sabe quién es más siniestro de los tres personajes. Ella parece una versión femenina del Jason Voorhees de "Viernes 13". ARRE BURRO ARRE: O, por lo menos, eso debería de gritar el tierno infante y huir como alma en pena ante semejante Santa Claus, con un rostro esculpido en el infierno o resucitado de entre los muertos.
PAYASO AL ACECHO: La iconografía del terror ha estado siempre plagada de referencias al mundo de los clowns. El rostro del payaso de la fotografía es una fusión perfecta entre la tristeza y lo turbio. Mucho tenía que cambiar su expresión para hacer reír a los niños.
SOLTERAS Y SIN COMPROMISO: Su languidez, sus largas cabelleras y el parecer que carecen de brazos, les confieren un aspecto nada tranquilizador. Ideales para una cita a ciegas a dos bandas. ¿Estarán vivas?
HALLOWEEN EN TEXAS: Así debió de celebrar tan popular festividad el simpático Leatherface, el protagonista asesino de "La matanza de Texas".
PECULIAR COMPAÑÍA: A saber por qué extrañas circunstancias, tan entrañable abuelita, sacaba a tomar el sol a esta momia de aspecto resignado.
BUZO LAS 24 HORAS DEL DÍA: Cada uno es muy libre de amar su profesión y llevarla a límites insospechados. ¿Será una foto de bodas?
UNA PLAGA RESPETABLE: Espero que sea una fotografía trucada y que, lo que sostiene este buen hombre en 1937, fuera originalmente una liebre. De lo contrario, Iker Jiménez debe ponerse manos a la obra de inmediato. Puede que sea un atrezo de la película "¿Qué sucedió entonces?", pero sería un anacronismo, ya que el film del El profesor Quatermass se rodaría 30 años después.
EL PRIMER E.T.: Parece lógico suponer que debe tratarse de una representación teatral o de un cartel realizado para la misma. Otra causa distinta, nos podría hacer creer que nos encontramos frente a algo más demencial.
EL PRIMER JOSÉ LUIS MORENO: Los ventrílocuos también dan mucho juego, generalmente por el carácter esperpéntico de sus acompañantes de cartón piedra. Está claro que el buen gusto por la belleza era desconocido para muchos artistas de esta especialidad.
NIÑOS ENCANTADORES: Sobre todo el de la izquierda, perturbador como ninguno. Alguien se preguntará por qué el personaje central, claramente un adulto, va ataviado con una especie de burka. Se trata de una técnica de los fotógrafos de la época. Se pretendía que alguien sujetara a los niños más pequeños, pero que no le quitara ningún protagonismo. Una forma rudimentaria y claramente ineficaz de ser invisibles.
RARO, RARO: ¿A quién demonios se le ocurrió fotografiar a un niño fumando en compañía de una gallina?
LOS OTROS: Esta imagen no tendría nada de particular, salvo por el llamativo hecho de que, la muchacha que posa en el centro, está muerta. La moda de fotografiar difuntos fue relativamente popular en el siglo XIX, con ciertas influencias del romanticismo. La nueva técnica de inmortalizar imágenes fue la excusa perfecta para desdramatizar la muerte, haciendo participes a los difuntos de un momento en el que aparentaban vida, perfectamente maquillados y en posiciones complejas que los fotógrafos se trabajaban de forma a veces brillante. Lo que en aquella época parecía un acto de homenaje, ahora se nos antoja poco afortunado, sobre todo cuando incluían fotos de niños, que no he incluido por parecerme demasiado escabroso.