Revista Cultura y Ocio

Insecto-teología

Por Daniel Vicente Carrillo


Insecto-teología

Poderío de las moscas: ganan batallas, impiden obrar a nuestras almas, comen nuestros cuerpos.

Pascal

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El número de animales que nuestro globo terráqueo es capaz de albergar está determinado por la extensión de su superficie. Si en un año se multiplicasen dos o tres veces su número habitual, los productos de la tierra, porporcionados a su superficie, no bastarían para mantenerlos, por lo que o morirían o se depredarían mutuamente. Con tal de evitar tal inconveniencia, Dios estableció sabiamente límites a la vida y a la multiplicación de los animales. Aquellos cuya vida es larga no son prolíficos, de modo que la tierra no se ve incomodada con sus especies. Pero sucede de otra manera con aquellos cuya vidas son breves. En consecuencia, los insectos que no viven más que por un breve espacio de tiempo producen multitudes de crías. Esta numerosa multiplicación es igualmente necesaria para ellos, ya que muchos de sus huevos perecen por las inclemencias del tiempo y pueden convertirse en el alimento de otros animales. Una ordenación tan sabia evita que la tierra sea desolada por un número de animales mayor del que puede mantener, y preserva la proporción adecuada entre sus distintos habitantes.
No es, pues, sin justicia que las Escrituras dan a Dios el título de Señor de los Ejércitos. Él es el Soberano de las legiones de ángeles, los ejércitos del cielo; de aquella multitud de pájaros que se ha supuesto excede las quinientas especies; de los peces del mar, y de las aguas, de los que mil especies distintas son conocidas, y de esas tribus de animales y serpientes, cuyas especies ascienden a ciento cincuenta. Como quiera que estos ejércitos sean numerosos, los de las distintas especies de insectos no les ceden a este respecto. "Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas; Él saca y cuenta su ejército; a todas llama por sus nombres; ninguna faltará; tal es la grandeza de su fuerza, y el poder de su dominio." (Is. 40:26).
Dios no ha manifestado sólo su poder en la creación de esta casi infinita multitud de insectos y otros animales, sino que su sabiduría es también conspicua. Hemos observado ya que una multiplicación grande en exceso desolaría la tierra, que no sería entonces capaz de mantenerlos; pero Él la ha ordenado para que siempre haya una proporción justa, nunca demasiado ni demasiado poco. Sin esta sabia provisión perderíamos de tiempo en tiempo ciertas especies de animales mientras que otras se multiplicarían hasta tal punto que devendrían verdaderamente dañinas. ¿Puede un equilibrio tan templado, y en el que descubrimos tanta sabiduría, ser la obra de la ciega casualidad? Desde luego que no: lo que se deja a la casualidad nunca es fijo, nunca es regular. Pero hete aquí una proporción constante e invariable que no puede ser más que el efecto de un diseño premeditado, y de un plan ejecutado por un Ser omnisapiente y omnipotente.
¡Cuántos medios no tendrá disponibles el Dios de los Ejércitos para castigar a la raza de los hombres! Prestas están todas sus legiones a volar a su voluntad para obedecer sus órdenes. Ocupándonos sólo del ejército de insectos, ¡cuántos medios podrá emplear para humillar el orgullo de los débiles mortales! Estas perniciosas criaturas atacan a veces a los mayores monarcas en sus tronos, desolan sus campos, infestan sus haciendas y dejan hambrunas y muerte a su paso. Aunque necesarios en cierto grado, su exceso es siempre pernicioso. Deberíamos hallarnos en un temor perpetuo, si no supiéramos que el Ser que regula su fecundidad nos ama y no permitirá que se multipliquen más allá de sus límites. Sin embargo, no deberíamos jactarnos demasiado por ello. "Todo esto son bienes para los piadosos, mas para los pecadores se truecan en males. Hay vientos creados para el castigo, en su furor ha endurecido Él sus látigos; al tiempo de la consumación su fuerza expanden, y desahogan el furor del que los hizo. Fuego y granizo, hambre y muerte, para el castigo ha sido creado todo esto. Y dientes de fieras, escorpiones, víboras y espada vengadora para la perdición del impío. Todos hallan contento en hacer su mandato, en la tierra están prontos para su menester, y llegada la ocasión no traspasarán su orden." (Eclo. 39:27-31).

Lesser

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