Título: Insidious
Dirección: James Wan
Guión: Leigh WhannellGénero: Terror, Thriller
Duración: 103 minutos
Orígen: Estos Unidos
Año: 2011
Reparto: Patrick Wilson, Rose Byrne, Ty Simpkins, Leigh Whannell, Lin Shaye, Barbara Hershey, etc.
Clasicismo para el descarte
(Atención: con spoilers)
Ayer vi Insidious, de James Wan, el encargado de la magistral Saw (2004). La odié tanto que hasta es querible. Una basura de película pero que casualmente después del visionado se hace recordar. ¿Por qué? Por la banda sonora, por el estilo tan berreta que tiene para asustar y porque el director se pasa TODA la película esmerándose por sobresalir, a tal punto que algunos de sus planos lo logran.
La propuesta carece de originalidad, pero tiene una constante intención de ser diferente que, cuando menos, es valiosa. A veces es inevitable reir con algunos pasajes del guión, como la catarata de clichés que posee, o el momento en que se da un hito en las frases más estúpidas en la historia del cine de terror: "¿Crees que la casa esté embrujada?" Marche un manual para hacer libretos para Leigh Whannell. Por cierto, este último tiene una pequeña participación, en la cual está irreconocible.
Y si a todo eso le agregamos el nombre de Oren Peli en la producción (Peli dirigió Paranormal Activity, 2007), tenemos cartón lleno. Son los mismos de siempre intentando que el público devore los mismos conceptos, la misma estética y los mismos plots. Siempre va a haber niños-espíritu correteando por la casa, sesiones de espiritismo (Wan no evita su estética surrealista cuando intenta shockear visualmente, véase la máscara de la anciana), y conflicto matrimonial a causa de las confusiones que generan los acontecimientos extraños. Pero, encima, esta vez hay desenlace sorpresivo (si a eso se le puede llamar sorpresivo) y hay Barbara Hershey desaprovechada a más no poder.
El collage visual pasa por atmósfera a lo Stephen King, súmums sonoros a lo Von Trier y malas actuaciones a lo Ivan Reitman.
Insidious (2011) es de esas cintas que los aficionados al género amarán, pero que los críticos y los consumidores compulsivos descartarán en pocos instantes. Se queda en un punto intermedio por el intento de hacer algo distinto, aunque -están advertidos- no le sale. Sólo rescato la banda sonora y algunos movimientos de cámara innovadores que Wan usa para no menospreciar la utilización de los espacios hogareños. Espacios que, no, Patrick Wilson, no están embrujados.