José Sant Roz
- El rey de España Carlos IV, era un cazador consumado (tanto como lo fue Teodoro Roosevelt quien llegó a matar muchos rinocerontes blancos, hoy en extinción). Lo de la cacería es una tradición muy sostenida por la realeza española y reconfirmada mil veces por Juan Carlos de Borbón, famoso por matar enormes elefantes (una destreza que, de paso, admira profundamente Pepe Mujica).
- En una ocasión Carlos IV hizo atacar a cañonazos un tropel de dos mil cabras monteses previamente reunidas y concentradas. Pero el padre de Carlos IV, Carlos III, era tan escopetero que despobló la fauna mayor de los alrededores de Madrid.
- Sería por escopetero que Carlos IV nació deforme, con una cabeza tan pequeña que desde niño le hicieron llevar peluca para disimularla.
- A Carlos IV lo casaron con su prima María Luisa de Parma (a quien le decían La Gusana, y también la llamaban “Hierba Luisa”), una ninfómana que habría de tener catorce hijos y diez abortos.
- Manuel Godoy era un guardia de corps que en razón de sus servicios, tenía continuas ocasiones para encontrarse con la pareja real. Ya para cuando se conocieron Godoy y la reina María Luisa, ésta había tenido varios amantes. Así lo describe lady Holland cuando Godoy tenía treinta y seis años: “hombre rollizo y recio, grosero, de tez bermeja, con la mirada entontecida, siempre medio dormido y voluptuoso”.
- María Luisa, una vez convertida en amante de don Manuel Godoy, le provocó muchos celos, porque le encantaba llevar a su lecho carne tierna de los jóvenes de guardias de corps. Aunque el preferido de ella era y lo sería hasta su muerte, don Manuel Godoy.
- En realidad, el rey Carlos IV, María Luisa y Godoy habrían de montar el menáge á trios más famoso del siglo XIX. El trío más formal y sólido en toda la historia de las prostituidas realezas de Europa. Un menáge á trios muy singular porque Godoy se unía a la pareja como amante de ambos. A Carlos IV, Godoy le complacía en todo, le divertía su facundia, le inspiraba seguridad y para él era un hombre lleno de fértil imaginación y compañerismo, y llegará al extremo Carlos IV de celarlo hasta de su esposa. Llegaría a decir, que si por algún motivo lo separaban de Godoy eso para él significaría la muerte. Por eso hará de Godoy un amigo íntimo, un compañero de todos los instantes, sin encontrar suficiente oro para enriquecerlo ni bastante dignidades con las cuales colmarle. Llegará a abdicar de todo su poder y de toda su voluntad para dejarla entre sus manos. Cuando a Carlos IV, lo lleva Napoleón preso a Bayona, forzado a renunciar a su corona, por doquier Carlos IV no hace más que gritar y preguntar: “¡¿Dónde está Manuel?!”. Era lo que más le importaba en su vida. Incluso mucho más que su propia corona.
- Refiere el escritor Jacques Chastenet (biógrafo de Godoy) que en la Corte de Madrid no se dejaba de bisbisear que Carlos IV tenía mucha afición a los hombres robustos, membrudos.
- Manuel Godoy ya instalado en la Corte como el preferido de la pareja real, y teniendo en su facha y porte cierto atractivo, dedicóse a cortejar mujeres bonitas a condición de pago en especie, y se comentaba en todo Madrid que su casa era un harem.
- En 1793 la reina María Luisa da a luz un hijo de Godoy al que bautizan con el nombre de Francisco de Paula. La semejanza física del niño con su real padre es tremenda, a tal extremo que las Cortes extraordinarias de Cádiz tomaron la decisión de excluir a Francisco de Paula de la sucesión al trono. Cuando en 1800(cuando Bolívar se encontraba en Madrid), Goya pinte a la familia de Carlos IV, allí los Borbones de España aparecerán con sus condecoraciones y sus envilecimientos, pero a Francisco de Paula lo vemos con rasgos lozanos que no participan de la fealdad del resto de la familia. En ese cuadro está también la infanta Carlota, princesa de Portugal y Brasil, la hija mayor de María Luisa quien llegó a ser, así lo registra la historia, incluso más prostituta que su señora madre.
- En España no podía haber otro príncipe que el de Asturias, heredero del trono, pero era tal el amor de la pareja real por Godoy que en 1976, le acomodaron el título de PRINCIPE DE LA PAZ. Este príncipe recibiría los honores reservados al presidente del Consejo de Castilla, y el derecho de que en las ceremonias le precediera un heraldo portador de una cabeza de Jano.
- El palacio del PRÍNCIPE DE LA PAZ, estaba custodiado por un cuerpo especial dependiente de los carabineros reales. Una multitud solía llenar la sala. Se podían ver por allí prostitutas y cortesanas de la más encopetada especie. También damas respetables por su nacimiento y situación que se emperifollaban para captar las gracias del omnipotente PRÍNCIPE DE LA PAZ.
- Un embajador francés reportó que por la tarde, sólo las mujeres eran admitidas en la secretaría. Que había entre doscientas y trescientas mujeres que llegaban de diversas regiones del reino, y entraba una sola de cada vez. Que al despacho las muy jovencitas entraban sin sus protectoras, y estas solicitantes salían con el desorden de sus atavíos muy contentas y desaliñadas ante los ojos de los presentes. Y el PRÍNCIPE DE LA PAZ fatigado de aquellos escarceos se quejaba de la profusión de ofrendas y placeres fáciles en extremo. Todo esto ocurría a veinte pasos de las habitaciones de la reina, quien se enfurecía, quien lanzaba terribles gritos y amenazas, pero que a la final abdicaba en su lecho ante don Manuel.
- La reina era muy liviana en sus devaneos y en una ocasión cayó prendada ante el famoso y muy apuesto seductor, oficial de la marina siciliana, de nombre Malaspina. Sus navegaciones por el Pacífico lo habían hecho célebre, y para derrocar a Godoy como amante de la reina en la corte, se montó una formidable conspiración. Todo iba funcionando de maravillas hasta que la conjura llegó a oídos del rey Carlos IV, quien no podía prescindir ni de los afectos, gozos y alegrías que a él también le prodigaba el Príncipe de la Paz, todo, en una perfecta conjunción con su esposa María Luisa.
- Los que conviven en la corte se convencen que María Luisa y Carlos IV no ven más que por los ojos de Godoy. En aquella etapa en que la política de los franceses amenaza el trono, el pueblo español por su parte está decidido a dar su vida por la pareja real, y eso para este pueblo es la mayor prueba de patriotismo. Esta actitud de un pueblo tan estúpido e ignorante, que lo llegó a conocer tan de cerca Simón Bolívar fue lo que le provocó una profunda repugnancia. Sentía tal vergüenza de provenir de tamaña gentuza, de enfermos viscerales y locos, que llegaría a decir: “si alguna vez vimos grandes a los españoles fue porque los vimos de rodillas”.
- Aquel pueblo español de principios del siglo XIX, como hoy, no salía de sus tascas, de sus cuenticos y chismes del corazón, de sus corridas de toros, de sus cúpulas eclesiásticas inmorales, de sus fandangos e intrigas amorosas. Un pueblo, en fin, sin conciencia en el que cualquier movimiento de izquierda, en el que cualquier sentimiento espiritual o revolucionario, pareciera estar condenado aed eternam al fracaso. Ese un país que pertenece por su condición moral a los abominables borbones, a la canalla de los Aznar y Felipe González, a los Rajoy, a la clase de los purpurados instigadores de guerras civiles, a las mafias de los banqueros, a la casta de los fachas franquistas enquistados para ahora y para siempre en el poder.
- Como hemos dicho, para principios del siglo XIX, la reina había tenido un hijo con Manuel Godoy al que llamaron Francisco de Paula. El niño se lanzaba sobre las rodillas de Godoy diciéndole “papá”, con la complacencia y alegría del propio Carlos IV. El verdadero rey ya no era Carlos IV sino don Manuel Godoy, al extremo que cuando salía de la audiencia real no quedaba una sola cabeza con sombrero puesto.
- María Luisa fea y abultada no podía satisfacer del todo al apuesto Godoy quien se buscó a una joven amante, una morenaza andaluza llamada Josefina Tudó(mejor conocida como Pepita) a la que llevó a palacio junto con su madre (doña Catalina), sus hermanas Magdalena y Socorro, familia toda que comenzará a pertenecer desde entonces a la nobleza española. Un hermano de la Tudó llegará a ser Cardenal arzobispo de Toledo. Se llegó a rumorar mucho que Manuel se había casado con la Tudó. La reina se resigna a esta compañía de toda la familia Tudó incluso dentro de su palacio.
- ¿Pero cómo podría estar casado Godoy con la Tudó si logra un casamiento regio nada menos que con María Teresa, condesa de Chinchón, hija del hermano menor del rey Carlos IV, el infante don Luis? Este es además un matrimonio preparado por la reina María Luisa y su marido. Con María Teresa, Manuel llegará a tener una hija quien llegará a ostentar el título de duquesa de Sueca. Godoy por este matrimonio recibió una dote cinco millones de reales, pero siguió viviendo a cuerpo de rey con la Tudó. Lo cierto es que la Tudo y María Luisa se entendían a las mil maravillas. Durante un tiempo, cuando Godoy vivía sometido a los deseos ardientes de la Tudó, la reina no perdía el tiempo y encontraba consuelo entre los guardias de corps.
- En 1798, por presiones del Directorio en Francia, Godoy se ve obligado a renunciar como primer secretario de Estado. Lo sustituye un tal Saavedra quien cae gravemente enfermo. Después lo sustituye Jovellanos quien también sufre un extraño mal, y se presiente que el veneno está haciendo un excelente trabajo. Luego llega Urquijo, joven de treinta años quien maneja bien el “sable” y se hace amante de la marquesa de Branciforte, hermana de Godoy. Pero Urquijo cuando el tiempo se lo permite pasa de la cama de la marquesa al de la reina, al tiempo que le sigue siendo fiel a Godoy. Todo en familia. Otro conde que en aquellos días confusos, entra en el ruedo de los devaneos de la reina es el famoso Montijo.
- A fines de 1799, entra en acción, es decir al lecho de la reina, otro guardia de corps, el mayordomo de palacio, don Manuel Mallo, y a quien María Luisa satisfecha por sus cornadas lo cubre de oro. Mallo era originario de Popayán, del reino de la Nueva Granada, quien va a conocer en Madrid a Simón Bolívar, y es él junto con su tío Esteban quien lo lleva a palacio. La historia de Mallo la conoce el rey Carlos IV de labios del propio Godoy. Un día va Godoy a presentar sus respetos al rey en San Ildenfondo, y éste le pregunta:
- Manuel, ¿quién ese Mallo? Veo que todos los días tiene carruajes y caballos nuevos. ¿De dónde saca tanto dinero?
Godoy le responde:
- Señor, Mallo es más pobre que las ratas, pero se sabe que le mantiene una mujer fea y vieja, que roba a su marido, para pagar a su amante.
Carlos IV ríe a carcajadas y, volviéndose hacia la reina, inquiere:
- Luisa, ¿qué piensas tú de eso?
La pobre soberana no acierta más que a murmurar:
Carlos, ya sabes que Manuel se pasa la vida bromeando.
- Pero Mallo no tarda en caer en desgracia y María Luisa, amargada le escribe a Godoy: “El rey te ha conocido merced a mí, pero continuará protegiéndote sin necesidad alguna de que yo intervenga”. Lo cierto fue, que los ardores amorosos entre Mallo y la reina fueron tan intensos que ésta tuvo la debilidad de confiarle sus sentimientos mediante copiosas misivas. Godoy, intrigado y molesto ordenó que a plena noche la casa de Mallo fuese invadida por sus agentes, haciéndose éstos con aquellos formidables y valiosísimos manuscritos. Godoy los guardó como un talismán poderoso para así chantajear a la reina por sus liviandades e inconstancias.
- Algunos diplomáticos que conocieron esta sórdida vida de la Corte informaban a sus gobiernos que la reina era una artista del disimulo, mentirosa y pérfida, a la vez incrédula, débil y tímida en exceso. Que ante la aparición del menor peligro la hacía experimentar todos los horrores de la superstición, que andaba cubierta de rosarios y reliquias en cuanto sonaba un trueno. Que a sus cincuenta años, la reina se cree una mocita coquetona, pero que en verdad no siente amor por nada, alma huera y frívola. Godoy la insulta y hasta la golpea en público, mientras otros la expolian. María Luisa le teme horrores a la venganza de Godoy, y por esta misma razón todos aquellos que le conocieron sus devaneos de prostituta coinciden que jamás una mujer fue tratada por un amante con los desdenes más insultantes, sufriendo a veces violencia y bestialidad “que ni un soldado ebrio se permitiría con una puta”, escribió Alquier, embajador de la república francesa en Madrid.
- En realidad, al menos dos de los hijos de la reina fueron engendrados por Godoy: Francisco de Paula y María Isabel. Alquier le escribió a Talleyrand que Carlos IV “no ve nada, no sabe nada y no sospecha nada de un desorden que dura ya treinta años…”. Por otro lado, Godoy quería hacer casar María Isabel, de solo trece años, con Luciano Bonaparte, pero Luciano pensó que le quedaría mejor para su hermano Napoleón quien por aquellos tiempos repudiaba a laJosefina.
- Pero si una era bien disoluta el otro era bien chulo y putañero, viviendo con la reina, con sus amantes intermitentes, con su esposa la princesa y con su favorita, la Pepita Tudó.
- A todas estas, Fernando, el Príncipe de Asturias, tan feo como la madre, odia a Godoy tanto como éste le desprecia. En 1800, la reina le escribe a Godoy: “Carlos y yo le hemos hablado a Fernando y le hemos dicho que debía siempre amarte y estimarte… pero me disgusta mucho ver que no es ni como su padre ni como yo”.
- Godoy tenía su propio palacio custodiado por un cuerpo especial de los carabineros, y en la sala principal se reunía multitud de ambos sexos, y la entrada era libre: había en aquel enjambre de gente que quería solicitarle una audiencia al Príncipe de la Paz, prostitutas de todos los niveles. Pero también había damas respetables por su nacimiento y situación que deseaban captar la buenas gracias del omnipotente negociando su virtud. Se veían madres que llegaban para vender a sus hijas y maridos para vender a sus esposas. Por las tardes sólo mujeres eran admitidas en su despacho, y llegaban de todas partes del reino.
- Cuando las tensiones con Francia adquieren niveles terribles y Carlos IV presiente que le pueden quitar de la compañía de Godoy, estalla en lamentos declarando que está dispuesto a sufrir lo que sea en este mundo menos que lo separen de su querido Manuel.
- Este es el cuadro de España: un pueblo entregado a las procesiones, a las corridas de toros y amores brutales, una exigua burguesía descontenta que sufre del empobrecimiento general. Algunos buenos ingenios cuyas ideas las toman en la Enciclopedia y en la declaración de los derechos del hombre; un clero ignorante e intrigante; una pequeña nobleza que perece de hambre en tierras a medio cultivar; grandes que intrigan medrosamente: una corte sombría y rutinaria; un rey imbécil, una reina enloquecida de lujuria; un heredero pusilánime y gris; un favorito, Godoy, detestado por el pueblo. En fin, un estado comido de gusanos… (1801).
- En 1801, se dedica Godoy en procurarle amantes a la ninfómana reina, mientras él mantiene un harén, y pasa del lecho de su amante la Pepita Tudó y también del de la hermana menor de ésta, al de su esposa María Teresa, condesa de Chinchón (retoño de sangre Borbón). Y en este fenomenal trajín al mismo tiempo se dedica a acumular una demencial riqueza. En la casa de la Tudó guardaba unas dos toneladas de oro en lingotes, en su propio palacio ocultaba seis cofres llenos de monedas de oro y otro tanto en el jardín de la reina. En casa de su madre escondía treinta mil pesos mejicanos, y más de millón y medio de reales en la banca Genovesa, de París y Londres.
- Godoy llegó a envenenar a María Teresa, su esposa, planeó desembarazarse del príncipe y del rey, para casarse con la reina y ceñirse la corona. En su delirio de poder llegó a pensar en casar a una hermana de María Teresa con el heredero al trono, don Fernando.
- En 1807, Carlos IV escribió a Napoleón, una carta que redactó el propio Godoy en la que decía: “Mi hijo mayor y heredero presunto de la Corona ha tramado una conjura espantosa para derribarme del trono. Incluso ha llegado a pensar en un atentado contra vida de su madre. Tan horrible designio debe ser castigado de manera ejemplar. El derecho del príncipe a la sucesión debe ser revocado. Cualquiera de sus hermanos será más digno de sustituirle en mi corazón y en el trono”.
- Godoy quería que la elección en la sucesión recayera en Francisco de Paula su hijo. Es así como él se imagina regente y rey de hecho. En medio de las presiones de Napoleón, Godoy aspira al menos que le entreguen el principado portugués. Con eso se conformaría para retirarse del desastre español. A fines de 1807, Tournon, uno de los chambelanes preferido de Napoleón le informa a éste desde Madrid que el rey es una nulidad total y que la reina es la mesalina del siglo, y que su amante no tiene partidarios y que la nación entera quiere que ponga a Fernando en el trono.
- En medio de tales horrores que está por provocar Napoleón en la Corte, a principios de 1808, en una galería del palacio, Godoy pierde los nervios y le da una bofetada tal a María Luisa que el propio rey, bastante cerca, llegó a escuchar sin importarle. Esos días Godoy, dice el escritor Jacques Chastenet, parece un toro cargado de banderillas que busca un lugar, la querencia, donde esperar la estocada del matador.
- Cuando en marzo de 1808, se producen el “Motín de Aranjuez” y el pueblo pide la cabeza de Godoy, Carlos IV gime: “Quieren matar al Príncipe de la Paz, cuyo único crimen es haberme sido leal toda su vida. Su muerte será la mía”. Por su parte María Luisa envía cartas suplicantes a Murat en la que dice: “Que el gran duque obtenga del emperador que se nos dé al rey, mi esposo, y a mí y al Príncipe de la Paz lo necesario para vivir los tres, en lugar conveniente a nuestra salud, sin autoridad y sin intrigas”.
- Carlos IV no dejaba de gemir en cartas tras cartas a Napoleón: “Le pido la gracia de hacer saber al Emperador que le suplico haga poner en libertad al pobre Príncipe de la Paz, que sólo sufre por haber sido amigo de Francia, y a la vez nos permita ir a un país que nos convenga, en compañía de dicho príncipe”.Luego las súplicas de Carlos IV adquirirán niveles demenciales cuando firma esta declaración: “He sido forzado a abdicar, pero confiando plenamente, en la hora que atravesamos, en la magnanimidad y el genio del gran hombre que siempre se ha mostrado mi amigo, tomo la resolución de conformarme en todo a lo que ese hombre decida respecto a mi suerte, la de la reina y la del Príncipe de la Paz…”. Son docenas de declaraciones como estas a favor de Godoy que en esos días firman tanto el rey como la reina.
- Cuando al rey se le conceden sus pedidos a favor de Godoy, exclama: “Me han devuelto la vida, porque habría sucumbido si hubiera tenido que seguir más tiempo separado de mi querido Godoy”. Escribía don Antonio, hermano del rey Carlos IV, a Fernando, el heredero al trono: “La gusana (María Luisa) ha obtenido que se libertase al príncipe choricero (Godoy); pero es el bestia de tu padre el que pide con más calor esa libertad y también que no se le corte la cabeza al choricero… los que más han pedido la libertad de Godoy son mi hermano y la gusana, la cual ha llegado a llorar y ponerse de rodillas…”.
- El 30 de abril de 1808, Napoleón reúne prisioneros a Carlos IV, María Luisa y a sus hijos. Al ver el rey a su hijo Carlos les da un “buenos días” seco, y al distinguir a Fernando exclama: “¿No has ultrajado bastante mis blancos cabellos? ¡Vete! No quiero verte más”. Después distingue a Manuel Godoy y se precipita en sus brazos. En aquellos días terribles con un Carlos IV sin su trono, a él no le importa otra cosa sino que no lo aparaten de su Manuel.
- Quedó luego don Manuel a la deriva entre París y Roma, llegando a vivir más de ochenta años. Él logra que María Luisa en su testamento le nombre legatario universal. Manuel sigue pensando insertarse con poder definitivo dentro de la realeza borbónica, y planea así casar Francisco de Paula (su hijo) con su hija la duquesa de Sueca. A la final Francisco de Paula se casa con su sobrina la princesa Luisa de las Dos Sicilias.
- En medio de tantos planes, María Luisa muere en enero de 1819 en Roma, en el palacio Barberini, y Manuel tiene aún tiempo de asistir a sus fastuosos funerales que se celebran en la iglesia de Santa María la Mayor con la participación de veintiún cardenales. Carlos IV no pudo asistir, retirado ya en Nápoles. Desintegradaasí, aquella trinidad que llegó a ser tan poderosa.
- En 1828 la esposa legítima de Godoy muere y deja él formalmente de ser bígamo y regulariza su situación ante la iglesia con la Pepita.
- En 1833 muere Fernando VII, y deja la corona en su hija Isabel, la mayor de las dos hijas habidas en su cuarto matrimonio con María Cristina de Nápoles quien es proclamada regente. María Cristina venía siendo hija de la infanta María Isabel hija adulterina de María Luisa con Godoy. Pero la reina Isabel termina casándose con don Francisco de Asís que era hijo de Francisco de Paula. De modo que Isabel es bisnieta de Godoy y Francisco de Asís su nieto.
- Lo más terrible de todo es que Godoy, quien bañó con su simiente a medio mundo de la casa real de los Borbones en España, muere el 4 de octubre de 1851, sin que ninguno de sus descendientes acuda a recoger su último suspiro. ¡Qué historia!
- El rey de España Carlos IV, era un cazador consumado (tanto como lo fue Teodoro Roosevelt quien llegó a matar muchos rinocerontes blancos, hoy en extinción). Lo de la cacería es una tradición muy sostenida por la realeza española y reconfirmada mil veces por Juan Carlos de Borbón, famoso por matar enormes elefantes (una destreza que, de paso, admira profundamente Pepe Mujica).
- En una ocasión Carlos IV hizo atacar a cañonazos un tropel de dos mil cabras monteses previamente reunidas y concentradas. Pero el padre de Carlos IV, Carlos III, era tan escopetero que despobló la fauna mayor de los alrededores de Madrid.
- Sería por escopetero que Carlos IV nació deforme, con una cabeza tan pequeña que desde niño le hicieron llevar peluca para disimularla.
- A Carlos IV lo casaron con su prima María Luisa de Parma (a quien le decían La Gusana, y también la llamaban “Hierba Luisa”), una ninfómana que habría de tener catorce hijos y diez abortos.
- Manuel Godoy era un guardia de corps que en razón de sus servicios, tenía continuas ocasiones para encontrarse con la pareja real. Ya para cuando se conocieron Godoy y la reina María Luisa, ésta había tenido varios amantes. Así lo describe lady Holland cuando Godoy tenía treinta y seis años: “hombre rollizo y recio, grosero, de tez bermeja, con la mirada entontecida, siempre medio dormido y voluptuoso”.
- María Luisa, una vez convertida en amante de don Manuel Godoy, le provocó muchos celos, porque le encantaba llevar a su lecho carne tierna de los jóvenes de guardias de corps. Aunque el preferido de ella era y lo sería hasta su muerte, don Manuel Godoy.
- En realidad, el rey Carlos IV, María Luisa y Godoy habrían de montar el menáge á trios más famoso del siglo XIX. El trío más formal y sólido en toda la historia de las prostituidas realezas de Europa. Un menáge á trios muy singular porque Godoy se unía a la pareja como amante de ambos. A Carlos IV, Godoy le complacía en todo, le divertía su facundia, le inspiraba seguridad y para él era un hombre lleno de fértil imaginación y compañerismo, y llegará al extremo Carlos IV de celarlo hasta de su esposa. Llegaría a decir, que si por algún motivo lo separaban de Godoy eso para él significaría la muerte. Por eso hará de Godoy un amigo íntimo, un compañero de todos los instantes, sin encontrar suficiente oro para enriquecerlo ni bastante dignidades con las cuales colmarle. Llegará a abdicar de todo su poder y de toda su voluntad para dejarla entre sus manos. Cuando a Carlos IV, lo lleva Napoleón preso a Bayona, forzado a renunciar a su corona, por doquier Carlos IV no hace más que gritar y preguntar: “¡¿Dónde está Manuel?!”. Era lo que más le importaba en su vida. Incluso mucho más que su propia corona.
- Refiere el escritor Jacques Chastenet (biógrafo de Godoy) que en la Corte de Madrid no se dejaba de bisbisear que Carlos IV tenía mucha afición a los hombres robustos, membrudos.
- Manuel Godoy ya instalado en la Corte como el preferido de la pareja real, y teniendo en su facha y porte cierto atractivo, dedicóse a cortejar mujeres bonitas a condición de pago en especie, y se comentaba en todo Madrid que su casa era un harem.
- En 1793 la reina María Luisa da a luz un hijo de Godoy al que bautizan con el nombre de Francisco de Paula. La semejanza física del niño con su real padre es tremenda, a tal extremo que las Cortes extraordinarias de Cádiz tomaron la decisión de excluir a Francisco de Paula de la sucesión al trono. Cuando en 1800(cuando Bolívar se encontraba en Madrid), Goya pinte a la familia de Carlos IV, allí los Borbones de España aparecerán con sus condecoraciones y sus envilecimientos, pero a Francisco de Paula lo vemos con rasgos lozanos que no participan de la fealdad del resto de la familia. En ese cuadro está también la infanta Carlota, princesa de Portugal y Brasil, la hija mayor de María Luisa quien llegó a ser, así lo registra la historia, incluso más prostituta que su señora madre.
- En España no podía haber otro príncipe que el de Asturias, heredero del trono, pero era tal el amor de la pareja real por Godoy que en 1976, le acomodaron el título de PRINCIPE DE LA PAZ. Este príncipe recibiría los honores reservados al presidente del Consejo de Castilla, y el derecho de que en las ceremonias le precediera un heraldo portador de una cabeza de Jano.
- El palacio del PRÍNCIPE DE LA PAZ, estaba custodiado por un cuerpo especial dependiente de los carabineros reales. Una multitud solía llenar la sala. Se podían ver por allí prostitutas y cortesanas de la más encopetada especie. También damas respetables por su nacimiento y situación que se emperifollaban para captar las gracias del omnipotente PRÍNCIPE DE LA PAZ.
- Un embajador francés reportó que por la tarde, sólo las mujeres eran admitidas en la secretaría. Que había entre doscientas y trescientas mujeres que llegaban de diversas regiones del reino, y entraba una sola de cada vez. Que al despacho las muy jovencitas entraban sin sus protectoras, y estas solicitantes salían con el desorden de sus atavíos muy contentas y desaliñadas ante los ojos de los presentes. Y el PRÍNCIPE DE LA PAZ fatigado de aquellos escarceos se quejaba de la profusión de ofrendas y placeres fáciles en extremo. Todo esto ocurría a veinte pasos de las habitaciones de la reina, quien se enfurecía, quien lanzaba terribles gritos y amenazas, pero que a la final abdicaba en su lecho ante don Manuel.
- La reina era muy liviana en sus devaneos y en una ocasión cayó prendada ante el famoso y muy apuesto seductor, oficial de la marina siciliana, de nombre Malaspina. Sus navegaciones por el Pacífico lo habían hecho célebre, y para derrocar a Godoy como amante de la reina en la corte, se montó una formidable conspiración. Todo iba funcionando de maravillas hasta que la conjura llegó a oídos del rey Carlos IV, quien no podía prescindir ni de los afectos, gozos y alegrías que a él también le prodigaba el Príncipe de la Paz, todo, en una perfecta conjunción con su esposa María Luisa.
- Los que conviven en la corte se convencen que María Luisa y Carlos IV no ven más que por los ojos de Godoy. En aquella etapa en que la política de los franceses amenaza el trono, el pueblo español por su parte está decidido a dar su vida por la pareja real, y eso para este pueblo es la mayor prueba de patriotismo. Esta actitud de un pueblo tan estúpido e ignorante, que lo llegó a conocer tan de cerca Simón Bolívar fue lo que le provocó una profunda repugnancia. Sentía tal vergüenza de provenir de tamaña gentuza, de enfermos viscerales y locos, que llegaría a decir: “si alguna vez vimos grandes a los españoles fue porque los vimos de rodillas”.
- Aquel pueblo español de principios del siglo XIX, como hoy, no salía de sus tascas, de sus cuenticos y chismes del corazón, de sus corridas de toros, de sus cúpulas eclesiásticas inmorales, de sus fandangos e intrigas amorosas. Un pueblo, en fin, sin conciencia en el que cualquier movimiento de izquierda, en el que cualquier sentimiento espiritual o revolucionario, pareciera estar condenado aed eternam al fracaso. Ese un país que pertenece por su condición moral a los abominables borbones, a la canalla de los Aznar y Felipe González, a los Rajoy, a la clase de los purpurados instigadores de guerras civiles, a las mafias de los banqueros, a la casta de los fachas franquistas enquistados para ahora y para siempre en el poder.
- Como hemos dicho, para principios del siglo XIX, la reina había tenido un hijo con Manuel Godoy al que llamaron Francisco de Paula. El niño se lanzaba sobre las rodillas de Godoy diciéndole “papá”, con la complacencia y alegría del propio Carlos IV. El verdadero rey ya no era Carlos IV sino don Manuel Godoy, al extremo que cuando salía de la audiencia real no quedaba una sola cabeza con sombrero puesto.
- María Luisa fea y abultada no podía satisfacer del todo al apuesto Godoy quien se buscó a una joven amante, una morenaza andaluza llamada Josefina Tudó(mejor conocida como Pepita) a la que llevó a palacio junto con su madre (doña Catalina), sus hermanas Magdalena y Socorro, familia toda que comenzará a pertenecer desde entonces a la nobleza española. Un hermano de la Tudó llegará a ser Cardenal arzobispo de Toledo. Se llegó a rumorar mucho que Manuel se había casado con la Tudó. La reina se resigna a esta compañía de toda la familia Tudó incluso dentro de su palacio.
- ¿Pero cómo podría estar casado Godoy con la Tudó si logra un casamiento regio nada menos que con María Teresa, condesa de Chinchón, hija del hermano menor del rey Carlos IV, el infante don Luis? Este es además un matrimonio preparado por la reina María Luisa y su marido. Con María Teresa, Manuel llegará a tener una hija quien llegará a ostentar el título de duquesa de Sueca. Godoy por este matrimonio recibió una dote cinco millones de reales, pero siguió viviendo a cuerpo de rey con la Tudó. Lo cierto es que la Tudo y María Luisa se entendían a las mil maravillas. Durante un tiempo, cuando Godoy vivía sometido a los deseos ardientes de la Tudó, la reina no perdía el tiempo y encontraba consuelo entre los guardias de corps.
- En 1798, por presiones del Directorio en Francia, Godoy se ve obligado a renunciar como primer secretario de Estado. Lo sustituye un tal Saavedra quien cae gravemente enfermo. Después lo sustituye Jovellanos quien también sufre un extraño mal, y se presiente que el veneno está haciendo un excelente trabajo. Luego llega Urquijo, joven de treinta años quien maneja bien el “sable” y se hace amante de la marquesa de Branciforte, hermana de Godoy. Pero Urquijo cuando el tiempo se lo permite pasa de la cama de la marquesa al de la reina, al tiempo que le sigue siendo fiel a Godoy. Todo en familia. Otro conde que en aquellos días confusos, entra en el ruedo de los devaneos de la reina es el famoso Montijo.
- A fines de 1799, entra en acción, es decir al lecho de la reina, otro guardia de corps, el mayordomo de palacio, don Manuel Mallo, y a quien María Luisa satisfecha por sus cornadas lo cubre de oro. Mallo era originario de Popayán, del reino de la Nueva Granada, quien va a conocer en Madrid a Simón Bolívar, y es él junto con su tío Esteban quien lo lleva a palacio. La historia de Mallo la conoce el rey Carlos IV de labios del propio Godoy. Un día va Godoy a presentar sus respetos al rey en San Ildenfondo, y éste le pregunta:
- Manuel, ¿quién ese Mallo? Veo que todos los días tiene carruajes y caballos nuevos. ¿De dónde saca tanto dinero?
Godoy le responde:
- Señor, Mallo es más pobre que las ratas, pero se sabe que le mantiene una mujer fea y vieja, que roba a su marido, para pagar a su amante.
Carlos IV ríe a carcajadas y, volviéndose hacia la reina, inquiere:
- Luisa, ¿qué piensas tú de eso?
La pobre soberana no acierta más que a murmurar:
Carlos, ya sabes que Manuel se pasa la vida bromeando.
- Pero Mallo no tarda en caer en desgracia y María Luisa, amargada le escribe a Godoy: “El rey te ha conocido merced a mí, pero continuará protegiéndote sin necesidad alguna de que yo intervenga”. Lo cierto fue, que los ardores amorosos entre Mallo y la reina fueron tan intensos que ésta tuvo la debilidad de confiarle sus sentimientos mediante copiosas misivas. Godoy, intrigado y molesto ordenó que a plena noche la casa de Mallo fuese invadida por sus agentes, haciéndose éstos con aquellos formidables y valiosísimos manuscritos. Godoy los guardó como un talismán poderoso para así chantajear a la reina por sus liviandades e inconstancias.
- Algunos diplomáticos que conocieron esta sórdida vida de la Corte informaban a sus gobiernos que la reina era una artista del disimulo, mentirosa y pérfida, a la vez incrédula, débil y tímida en exceso. Que ante la aparición del menor peligro la hacía experimentar todos los horrores de la superstición, que andaba cubierta de rosarios y reliquias en cuanto sonaba un trueno. Que a sus cincuenta años, la reina se cree una mocita coquetona, pero que en verdad no siente amor por nada, alma huera y frívola. Godoy la insulta y hasta la golpea en público, mientras otros la expolian. María Luisa le teme horrores a la venganza de Godoy, y por esta misma razón todos aquellos que le conocieron sus devaneos de prostituta coinciden que jamás una mujer fue tratada por un amante con los desdenes más insultantes, sufriendo a veces violencia y bestialidad “que ni un soldado ebrio se permitiría con una puta”, escribió Alquier, embajador de la república francesa en Madrid.
- En realidad, al menos dos de los hijos de la reina fueron engendrados por Godoy: Francisco de Paula y María Isabel. Alquier le escribió a Talleyrand que Carlos IV “no ve nada, no sabe nada y no sospecha nada de un desorden que dura ya treinta años…”. Por otro lado, Godoy quería hacer casar María Isabel, de solo trece años, con Luciano Bonaparte, pero Luciano pensó que le quedaría mejor para su hermano Napoleón quien por aquellos tiempos repudiaba a laJosefina.
- Pero si una era bien disoluta el otro era bien chulo y putañero, viviendo con la reina, con sus amantes intermitentes, con su esposa la princesa y con su favorita, la Pepita Tudó.
- A todas estas, Fernando, el Príncipe de Asturias, tan feo como la madre, odia a Godoy tanto como éste le desprecia. En 1800, la reina le escribe a Godoy: “Carlos y yo le hemos hablado a Fernando y le hemos dicho que debía siempre amarte y estimarte… pero me disgusta mucho ver que no es ni como su padre ni como yo”.
- Godoy tenía su propio palacio custodiado por un cuerpo especial de los carabineros, y en la sala principal se reunía multitud de ambos sexos, y la entrada era libre: había en aquel enjambre de gente que quería solicitarle una audiencia al Príncipe de la Paz, prostitutas de todos los niveles. Pero también había damas respetables por su nacimiento y situación que deseaban captar la buenas gracias del omnipotente negociando su virtud. Se veían madres que llegaban para vender a sus hijas y maridos para vender a sus esposas. Por las tardes sólo mujeres eran admitidas en su despacho, y llegaban de todas partes del reino.
- Cuando las tensiones con Francia adquieren niveles terribles y Carlos IV presiente que le pueden quitar de la compañía de Godoy, estalla en lamentos declarando que está dispuesto a sufrir lo que sea en este mundo menos que lo separen de su querido Manuel.
- Este es el cuadro de España: un pueblo entregado a las procesiones, a las corridas de toros y amores brutales, una exigua burguesía descontenta que sufre del empobrecimiento general. Algunos buenos ingenios cuyas ideas las toman en la Enciclopedia y en la declaración de los derechos del hombre; un clero ignorante e intrigante; una pequeña nobleza que perece de hambre en tierras a medio cultivar; grandes que intrigan medrosamente: una corte sombría y rutinaria; un rey imbécil, una reina enloquecida de lujuria; un heredero pusilánime y gris; un favorito, Godoy, detestado por el pueblo. En fin, un estado comido de gusanos… (1801).
- En 1801, se dedica Godoy en procurarle amantes a la ninfómana reina, mientras él mantiene un harén, y pasa del lecho de su amante la Pepita Tudó y también del de la hermana menor de ésta, al de su esposa María Teresa, condesa de Chinchón (retoño de sangre Borbón). Y en este fenomenal trajín al mismo tiempo se dedica a acumular una demencial riqueza. En la casa de la Tudó guardaba unas dos toneladas de oro en lingotes, en su propio palacio ocultaba seis cofres llenos de monedas de oro y otro tanto en el jardín de la reina. En casa de su madre escondía treinta mil pesos mejicanos, y más de millón y medio de reales en la banca Genovesa, de París y Londres.
- Godoy llegó a envenenar a María Teresa, su esposa, planeó desembarazarse del príncipe y del rey, para casarse con la reina y ceñirse la corona. En su delirio de poder llegó a pensar en casar a una hermana de María Teresa con el heredero al trono, don Fernando.
- En 1807, Carlos IV escribió a Napoleón, una carta que redactó el propio Godoy en la que decía: “Mi hijo mayor y heredero presunto de la Corona ha tramado una conjura espantosa para derribarme del trono. Incluso ha llegado a pensar en un atentado contra vida de su madre. Tan horrible designio debe ser castigado de manera ejemplar. El derecho del príncipe a la sucesión debe ser revocado. Cualquiera de sus hermanos será más digno de sustituirle en mi corazón y en el trono”.
- Godoy quería que la elección en la sucesión recayera en Francisco de Paula su hijo. Es así como él se imagina regente y rey de hecho. En medio de las presiones de Napoleón, Godoy aspira al menos que le entreguen el principado portugués. Con eso se conformaría para retirarse del desastre español. A fines de 1807, Tournon, uno de los chambelanes preferido de Napoleón le informa a éste desde Madrid que el rey es una nulidad total y que la reina es la mesalina del siglo, y que su amante no tiene partidarios y que la nación entera quiere que ponga a Fernando en el trono.
- En medio de tales horrores que está por provocar Napoleón en la Corte, a principios de 1808, en una galería del palacio, Godoy pierde los nervios y le da una bofetada tal a María Luisa que el propio rey, bastante cerca, llegó a escuchar sin importarle. Esos días Godoy, dice el escritor Jacques Chastenet, parece un toro cargado de banderillas que busca un lugar, la querencia, donde esperar la estocada del matador.
- Cuando en marzo de 1808, se producen el “Motín de Aranjuez” y el pueblo pide la cabeza de Godoy, Carlos IV gime: “Quieren matar al Príncipe de la Paz, cuyo único crimen es haberme sido leal toda su vida. Su muerte será la mía”. Por su parte María Luisa envía cartas suplicantes a Murat en la que dice: “Que el gran duque obtenga del emperador que se nos dé al rey, mi esposo, y a mí y al Príncipe de la Paz lo necesario para vivir los tres, en lugar conveniente a nuestra salud, sin autoridad y sin intrigas”.
- Carlos IV no dejaba de gemir en cartas tras cartas a Napoleón: “Le pido la gracia de hacer saber al Emperador que le suplico haga poner en libertad al pobre Príncipe de la Paz, que sólo sufre por haber sido amigo de Francia, y a la vez nos permita ir a un país que nos convenga, en compañía de dicho príncipe”.Luego las súplicas de Carlos IV adquirirán niveles demenciales cuando firma esta declaración: “He sido forzado a abdicar, pero confiando plenamente, en la hora que atravesamos, en la magnanimidad y el genio del gran hombre que siempre se ha mostrado mi amigo, tomo la resolución de conformarme en todo a lo que ese hombre decida respecto a mi suerte, la de la reina y la del Príncipe de la Paz…”. Son docenas de declaraciones como estas a favor de Godoy que en esos días firman tanto el rey como la reina.
- Cuando al rey se le conceden sus pedidos a favor de Godoy, exclama: “Me han devuelto la vida, porque habría sucumbido si hubiera tenido que seguir más tiempo separado de mi querido Godoy”. Escribía don Antonio, hermano del rey Carlos IV, a Fernando, el heredero al trono: “La gusana (María Luisa) ha obtenido que se libertase al príncipe choricero (Godoy); pero es el bestia de tu padre el que pide con más calor esa libertad y también que no se le corte la cabeza al choricero… los que más han pedido la libertad de Godoy son mi hermano y la gusana, la cual ha llegado a llorar y ponerse de rodillas…”.
- El 30 de abril de 1808, Napoleón reúne prisioneros a Carlos IV, María Luisa y a sus hijos. Al ver el rey a su hijo Carlos les da un “buenos días” seco, y al distinguir a Fernando exclama: “¿No has ultrajado bastante mis blancos cabellos? ¡Vete! No quiero verte más”. Después distingue a Manuel Godoy y se precipita en sus brazos. En aquellos días terribles con un Carlos IV sin su trono, a él no le importa otra cosa sino que no lo aparaten de su Manuel.
- Quedó luego don Manuel a la deriva entre París y Roma, llegando a vivir más de ochenta años. Él logra que María Luisa en su testamento le nombre legatario universal. Manuel sigue pensando insertarse con poder definitivo dentro de la realeza borbónica, y planea así casar Francisco de Paula (su hijo) con su hija la duquesa de Sueca. A la final Francisco de Paula se casa con su sobrina la princesa Luisa de las Dos Sicilias.
- En medio de tantos planes, María Luisa muere en enero de 1819 en Roma, en el palacio Barberini, y Manuel tiene aún tiempo de asistir a sus fastuosos funerales que se celebran en la iglesia de Santa María la Mayor con la participación de veintiún cardenales. Carlos IV no pudo asistir, retirado ya en Nápoles. Desintegradaasí, aquella trinidad que llegó a ser tan poderosa.
- En 1828 la esposa legítima de Godoy muere y deja él formalmente de ser bígamo y regulariza su situación ante la iglesia con la Pepita.
- En 1833 muere Fernando VII, y deja la corona en su hija Isabel, la mayor de las dos hijas habidas en su cuarto matrimonio con María Cristina de Nápoles quien es proclamada regente. María Cristina venía siendo hija de la infanta María Isabel hija adulterina de María Luisa con Godoy. Pero la reina Isabel termina casándose con don Francisco de Asís que era hijo de Francisco de Paula. De modo que Isabel es bisnieta de Godoy y Francisco de Asís su nieto.
- Lo más terrible de todo es que Godoy, quien bañó con su simiente a medio mundo de la casa real de los Borbones en España, muere el 4 de octubre de 1851, sin que ninguno de sus descendientes acuda a recoger su último suspiro. ¡Qué historia!