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Es de consenso general entender que los verdaderos escritores no esperan a estar inspirados. Los escritores serios se arremangan y tiran adelante con su tarea de escribir como en cualquier otro trabajo de oficina”. Estar inspirado peca de amateurismo, de pasividad soñadora. Es dar por válida la noción de que alguna fuerza sobrenatural aparecerá y hará que nos surjan palabras correctas una tras otra con alegre fluidez. Entonces se nos viene a la cabeza la sobrevalorada cita de Thomas Edison sobre que la invención demanda un 1 por ciento de inspiración y un 99 por ciento de transpiración. Quizás estemos dejando de lado que sin ese (maravilloso) previo 1 por ciento todo lo que obtendríamos del duro trabajo sería sudor (y quizás bajar un par de kilos, que no está mal).Si bien defiendo el hecho de que sólo escribir con constancia es lo que lleva a terminar una novela, me apena la forma en que la inspiración está siendo ridiculizada. Es totalmente injusto. Pienso en la inspiración como un deseo infuso por el espíritu de la escritura, motorizado por un insano optimismo. La inspiración nos permite trascender nuestras limitaciones y completar ingentes tareas que nosotros nunca pensamos que fuesen posibles. La inspiración nos deja sin excusas para no escribir y nos potencia la necesidad de llenar páginas. Si el camino a la meta se nos antoja excesivamente tortuoso y largo, la inspiración nos da alas.
Evidentemente hay un pero. No debemos esperar pasivamente a estar impregnados de alguna jovial sensación de productividad divina. Esto no es sólo una forma indirecta de decir que el trabajo duro genera su propia inspiración, aunque eso es cierto. Estoy diciendo que la mayoría de nosotros necesitamos un rayo o dos de inspiración para cumplir la difícil tarea de transformar los pensamientos en palabras y las palabras en historias.
Podemos encontrar inspiración casi en cualquier lugar, en los libros, en la música, en la naturaleza, en la meditación, en la fe, en el juego lúdico, en la pasión, en el amor. Eso todos lo sabemos. Pero es igualmente importante entender la razón de que la búsqueda de inspiración en esas fuentes sea tan importante para nuestra escritura:
1. La inspiración nos transforma de receptores creativos a emisores creativos
Estamos leyendo un libro de nuestro autor favorito y de repente se nos aparece una imagen, una sensación efervescente que nos obliga a agarrar una lapicera y empezar a garabatear. Denme algunos minutos con una obra de divulgación científica que me alimente con información bien estructurada, expuesta de manera imaginativa, y en pocos minutos estaré soñando un fantástico punto de partida para una historia.
Todos tenemos nuestro gatillo, nuestro disparador de imaginación. Ese tema que nos hace hervir las neuronas con posibilidades.
¿Qué autores le inspiran a escribir? Recurra a ellos durante los períodos de sequía, y tan pronto como sus palabras empiecen a despertar su propia voz, llegará su turno de agarrar la pluma y el papel (mmm… el teclado).
2. La inspiración agudiza nuestros sentidos
Es importante para nosotros, como escritores, que nuestros receptores sensoriales estén bien afinados. La estimulación inspiradora nos posibilita eso. Ahí está la música: Pocas sensaciones en la tierra conmueven el alma como una hermosa canción o una sinfonía. Dejarse llevar por una cantata de Bach o un nocturno de Chopin, envolverse en la seda de la voz de Ella Fitzgerald o Plácido Domingo, hasta Luis Miguel, Mercedes Sosa o The Shines (para cubrir un espectro un poco más amplio) nos permiten flotar a la deriva en una agradable sensación de gestación creativa. No hay que olvidarse de tener cerca algo para escribir.
Es difícil generalizar sobre la mejor manera de utilizar la música como inspiración. Para mí el silencio es una condición necesaria cuando estoy escribiendo el primer borrador, pero en las etapas de corrección (que suelen ser dos tercios del tiempo de escritura) la música facilita el giro de los engranajes verbales. La música no debe ser el centro de atención, sino un agradable segundo plano. Generalmente escucho Jazz, Miles Davis, Art Pepper, Charlie Haden, Pat Metheny, Dizzie Gillespie, John Coltrane… mezclados con algo más de éste siglo (desde My Chemical Romance hasta Arcade Fire) y un toque de clásica (Bach, Chopin, Tafelmusik variada… y bueno, soy bastante ecléctico) vendrían a conformar una especie de banda de sonido de mi escritura.
3. La inspiración desarrolla nuestra comprensión de la naturaleza humana
Inspirarse en las personas garantiza continuas ideas para relatos. Cada persona es una historia con patas. Todos tienen el potencial de contribuir a nuestro entendimiento del género humano si nos dejamos inspirar por la gente en toda su diversidad.
¿Por qué es ese viejo agarra su maletín con tanta fuerza?
¿Qué mini dramas se desarrollan detrás de las cortinas de las viejas casas del barrio?
¿Qué acontecimientos han conducido a esa mujer a salir del restaurante secándose los ojos manchados de rímel con una servilleta de papel?
El espectro de la conducta humana, las excentricidades, las manías, los enigmas, inspiran continuamente a los escritores. Es por eso que siempre debe llevar un anotador, una libreta; para esas pequeñas sacudidas de inspiración que son también muy fugaces. Las terminales del aeropuerto, cruceros, centros comerciales, playas, restaurantes, bodas y fiestas son grandes lugares para los escritores que tienen hambre de ideas. Entonces, en un día en que simplemente no se siente inspirado para escribir una sola palabra, simplemente abra la libreta y allí estarán, como una cuenta en la que se han acumulado intereses, fragmentos de magia directamente de las fuentes: Descripciones del momento y lugar justos, conversaciones escuchadas al pasar, actitudes, formas de vestir, la curiosa manera de pronunciar las erres en aquel lugar de vacaciones. Todo vuelve y cobra nuevos sentidos.
4. La inspiración mejora nuestra apreciación de la naturaleza
El aire libre es inspiración pura. Los árboles, las montañas, las mariposas, los halcones que vuelan en círculos, amaneceres y puestas de sol, el viento haciendo crujir las hojas en la noche o aullando a través de grandes espacios abiertos, todos tienen la capacidad de elevar nuestra conciencia y llenarnos con deseos de escribir. Pero primero tenemos que dejarnos inspirar por la naturaleza. Como habitantes de las ciudades que la mayoría de nosotros estamos obligados a ser, bebemos en muy poco del mundo natural y es una pena, porque la naturaleza nos vuelve a llenar de muchas maneras, nos revigoriza.
5. La inspiración nos ayuda con nuestra mente
Piensen en la meditación como una forma de peregrinaje hacia nuestro interior. No sólo para espiritualistas del tipo New Age, la meditación puede ser un medio para redescubrir nuestras más profundas necesidades y redefinir nuestras perspectivas sobre nuestras metas a largo y corto plazo. En esta era de distracciones constantes no es siempre sencillo alcanzar un estado de meditación, pero una dosis de inspiración puede servir de catalizador. La anticipación es la clave: anticipando la tranquilidad y la disciplina mental que un estado de meditación puede proporcionar. ¿Cuántas veces hemos renunciado a una pieza de escritura porque nos faltó la paciencia para trabajar los elementos necesarios? Buscar inspiración en la meditación nos ayuda a acercarnos a nuestros propios recursos internos con el fin de ser escritores más productivos.
Encuentre un lugar silencioso y confortable, decida sobre el propósito de su meditación (nada demasiado complicado, por ejemplo ponernos en el lugar de nuestro protagonista en una situación en particular), déjese llevar. Sea paciente, respire profundo y sea receptivo. ¿Qué siente? Estoy seguro de que regresará a la escritura con un nuevo punto de vista.
6. La inspiración refuerza nuestro compromiso con la escritura
Escribir, como la fe religiosa, genera su propia inspiración. ¿Cómo es esto? Bueno, gran parte de lo que significa ser humanos es descubrir cosas no sólo mediante la búsqueda metódica sino también a través del juego creativo, la libre asociación de ideas, la conexión de conceptos aleatorios o surrealistas.
Leemos para descubrir nuevos conocimientos, experimentar la vida como los demás. La escritura nos ofrece experiencias similares: Mientras escribimos descubrimos que tenemos más que decir sobre un tema de lo que creíamos. Escribimos para experimentar la satisfacción de poner en escena dramas humanos que pueden agitar las emociones de los lectores. Una vez que nos hemos propuesto ese camino de descubrimiento y experiencia, renovamos nuestra inspiración a cada paso. O al menos debería ser así.
“Si usted está escribiendo sin ánimo, sin gusto, sin amor, sin diversión, usted es sólo la mitad de un escritor.” afirma Ray Bradbury en Zen in the Art of Writing.
Buscar el estado de inspiración importa, porque eso nos empuja a recorrer el espectro de la experiencia humana para encontrar ese algo que nos impulsa. Una parte importante de lo que significa ser un escritor es ser tan apasionado por la vida, estar tan completamente inspirado en el día a día, que nos vuelve capaces de cosechar ideas para escribir en todas partes, de los libros, de la gente, de la música y otras formas de arte, de la naturaleza, y sobre todo a partir de sus propios recursos internos.
Usted ¿en qué se inspira? ¿Cuál es el tema o la situación que dispara su creatividad con innumerables ideas y posibilidades? ¿Tiene claro a qué recurrir cuando mengua su combustible creativo?