La Escuela puede ser ese lugar para extraer esa magia que cada niño lleva en el corazón, siempre que haya espacios (no solo físicos me refiero) para ello, es una cuestión de permitir que ocurran cosas. La creación puede que sea "ese algo", esa acción ligada a determinados procesos emocionales. Crear artistícamente puede estar en toda expresión que surge de la de la propia exploración en cualquier área de la enseñanza, matemáticas, literatura, música, ciencias etc.
En clase contando un cuento colectivo inventado con tan solo recortes de papel y una fuente de luz, surgen nuevas propuestas creativas que configuran dicho cuento. Inventado y recreado en ilustraciones propias, únicas, extraídas del propio imaginario infantil y de sus propias necesidades expresivas. Como Matisse un día cualquiera disfrutamos de las tijeras.
Dentro de la tripa de una mujer sorda de una oreja, podíamos ver todo lo que dentro la hacia cosquillas como las mariposas que fueron copos de nieve alguna vez, monstruos o elementos para crear magia. La maestra y los niños la vimos asustada, decidimos entonces que debíamos operarla. Dentro de su tripa había todo un universo pleno de sugerencias lingüísticas y poéticas.
Nuestra fuente de luz, un retroproyector.