AVISO MUY IMPORTANTE: este artículo, al contrario que otros muchos que se ven en esta campaña electoral, no tiene la más mínima intención de decirte a quién o a qué partido tienes que o debes votar (de hecho, en todo caso, más bien lo contrario).
Aunque es muy posible que introduzca algunas que otras reflexiones personales (como en todo Universo de A, que para eso es un blog personal), la utilidad y función principal que quiero que tenga este escrito es ayudar a dar a conocer las distintas posibilidades de voto y qué implica cada una.
No obstante, como considero que no hay mejor manera de ganar confianza y legitimidad que dejar muy claro quién es cada uno, he de manifestar que el autor de este artículo se considera: demócrata, apolítico, apartidista y monárquico (para más detalles y una investigación más profunda sobre ello, sugiero la lectura del resto de esta sección, o la de este o este otro artículo).
Las instrucciones que voy a detallar se aplican concretamente al sistema actual vigente en el Reino de España, que es la monarquía constitucional y parlamentaria, reglada por la constitución de 1978; no obstante, la gran mayoría de estos principios básicos se aplican en cualquier democracia del mundo. De cualquier modo, si no votas en España, te sugiero que, tras la lectura de este artículo, te informes concienzudamente de cómo es el sistema electoral en tu país y que implica cada forma de voto, según el sistema concreto, puede haber leves variaciones, modos o usos diferentes.
Por otra parte, escribo este artículo, pues a lo largo de mi vida he comprobado que, a pesar de la importancia vital que esto debería tener para la existencia y supervivencia de nuestro sistema, no existe cultura democrática ni política en este país, y mucho peor, ningún interés porque la haya, si aprendes algo del sistema en el que vives, tendrá que ser por tu cuenta, pero, paradójicamente, la mayor parte de la gente vive en la más profunda (y peligrosa) ignorancia.
Aunque es cierto que ha habido un ligero interés por parte de la clase política en tratar de hacer desaparecer esas lagunas (la asignatura “Educación para la ciudadanía” creada por el presidente Zapatero o la reciente propuesta de una asignatura titulada “Constitución española” por el político Albert Rivera); lo cierto es que ninguna de ellas ha alcanzado sus objetivos ni ha tenido éxito por el simple hecho de que no hay un acuerdo de los partidos. Por su parte, los partidos ultraístas no tienen ningún interés en promover la educación a ese nivel (ni a ningún otro), prefiriendo aborregar a la gente y que hagan lo que se les dice sin más; de modo que cada vez que se hace un intento de dar ese tipo de educación rápidamente hacen comparaciones con la asignatura de la dictadura franquista llamada “Formación del espíritu nacional”, como si una cosa tuviera que ver con la otra… dicho de otro modo, aquí nadie quiere educar, todos están obsesionados con adoctrinar.
En cualquier caso, es muy difícil cuestionar que una buena parte de los españoles serían incapaces de responder, adecuadamente, desde cuales son exactamente las funciones del Rey en nuestro sistema (y eso que es el jefe de estado y por tanto la cabeza del país) o cómo votar correctamente en blanco. Es una pena y una desgracia. Como ya digo, es muy necesario y muy urgente llevar a cabo una educación para la democracia; no basada en adoctrinar, sino en crear librepensadores y personas críticas; pues, de otro modo, difícilmente se podrá mantener este sistema con salud, ya que, desde luego, tal cosa no se va a lograr por inercia… pero sobre eso ya he hablado largamente en otro artículo.
Así pues, paso a enumerar las distintas maneras de expresar tu opinión en el sistema democrático:
-VOTAR A UN PARTIDO POLÍTICO
La más fácil, tanto, que hasta te la dan hecha: los partidos generalistas no dudarán en enviarte por correo la propaganda electoral en la que se incluye el pack al completo: desde los sobres hasta las papeletas (de hecho, sólo les falta hacerte el resto del trabajo y meter las segundas en los primeros). El acto en sí mismo de votar, ciertamente es muy sencillo, pero mucha gente no sabe lo que se produce con ello.
Así que procedo a explicar: en España, votamos representantes de nuestra región para el parlamento en general, así pues, sólo podrás votar a los partidos nacionales o aquellos que se presenten por tu zona (dicho de otro modo, un madrileño, o censado en la capital, no podría votar a nacionalistas catalanes, puesto que estos no presentan un diputado por Madrid). También es importante aclarar que, dado el sistema español de listas cerradas, para el Congreso, más que votar a un candidato (y por más que la propaganda electoral nos quiera hacer creer lo contrario) se vota a un partido político, con sus ideas y su programa.
No obstante, es importante aclarar y repetir que no se está eligiendo a un presidente del gobierno sino a diputados. De hecho, el presidente del gobierno lo propone y nombra el Rey, ya que es una de sus funciones constitucionales (para más detalles de cómo funciona este proceso, léase este artículo y para el análisis de un complejo caso práctico e histórico tenido lugar hace muy poco, léase este otro).
El sistema de Cortes español es, como otros muchos parlamentos, bicameral, así pues, en elecciones generales se vota a:
-Diputados: son los destinados a la cámara baja o Congreso de los diputados.
Son los políticos que generalmente conoces. El Congreso es principalmente dónde se legisla y dónde se sostienen los debates entre los distintos partidos, se hacen los pactos que permiten aprobar leyes, presupuestos… y un larguísimo etc. Sus integrantes han sido elegidos por sufragio universal en elecciones nacionales.
-Senadores: son los destinados a la cámara alta o Senado.
Sin duda alguna, la cámara más polémica y compleja, por muchos motivos diferentes. Pero ese no es el tema de este artículo.
Sus integrantes pueden haber sido votados en elecciones, o, dado que la institución también se erige como lugar de representación territorial, nombrados por las Comunidades autónomas (uno por cada una, y luego siguiendo regulación de población), lo que, indirectamente, es como si fueran votados, puesto que son nombrados por gobiernos que también han sido elegidos democráticamente. Hoy día, no existen senadores por designación real (y, que yo sepa, tampoco existe la posibilidad de que tal cosa suceda). Debido a todo lo anterior, el número de senadores puede ser muy variable.
Ahora bien, al tema, ¿cómo votar?:
-Congreso: papeleta blanca en el sobre blanco; como es lista cerrada, ninguna complicación (si lo piensas, resulta casi insultantemente fácil).
-Senado: ¡eh!, la cosa se complica y hay cosas que muchos no saben: ciertamente, la papeleta sepia va en el sobre sepia, hasta ahí ningún misterio… pero aquí sí puedes elegir, dicho de otro modo, si llevas la papeleta que te han enviado por propaganda electoral, quienes te la han mandado ya se han cuidado mucho de señalar a quién quieren que votes (todos los de su partido); pero, la verdad es que, si te haces con la tuya propia en las mesas electorales, ¡puedes elegir!, eso sí, sólo a la cantidad de candidatos que te indique la papeleta (ni uno más, ni uno menos, tenlo muy en cuenta), ¿qué implica esto? sencillo, que, si te da la gana, puedes hasta elegir a tres políticos de tres partidos diferentes, o decidir que uno en particular no te gusta, y no marcarlo; aunque, por lo general, la gente siempre marca las tres opciones del partido que va a votar por pura inercia (y, como todas las cosas que se hacen por ese motivo, siempre es una desgracia, si votas por algo, que sea con consciencia de lo que haces).
En definitiva: eliges a tus candidatos, marcas la cantidad estipulada, metes la papeleta en el sobre, este en la urna… y ya has elegido a tus senadores.
Particularmente para mí, la del Senado es la papeleta que más me gusta porque te permite saber, de una sola ojeada, quienes son todos los partidos que se presentan y así poder analizarlos, ver con quién se alían, repasar su programa… etc. De hecho, ojalá la del Congreso fuera igual.
En definitiva, lo anteriormente comentado describe como se vota a un partido político que consideras que representa tu ideología, lo que consideras que necesita tu país en este momento histórico… etc.
Esto anterior (votar a un partido), es generalmente la opción habitual, pero, y me interesa extremadamente recalcarlo (como apolítico y apartidista que soy), no es en absoluto la única.
En primer lugar, vale mucho la pena aclarar que todo voto (del tipo que sea, e incluso la acción de no emitirlo) es una forma de opinión y se tiene en cuenta al hacer el recuento, por lo cual, todos, absolutamente todos, son votos útiles (que nadie te diga lo contrario jamás, y quién lo haga, pretende manipularte). Así pues, vamos a revisar que otras posibilidades de voto existen:
-VOTAR NULO
Como apolítico y apartidista, la considero la mejor opción cuando no consigues decidirte por un partido, candidato, o simplemente no te sientes representado por ninguna opción política en absoluto o consideras que ninguna merece tu voto.
Aunque existen votos nulos no intencionados, en España es muy excepcional, puesto que, cómo se ha explicado arriba, el sistema es extremadamente fácil como para cometer errores; de modo que, la mayoría de los de este tipo que se emiten, y se sabe, son intencionados, por lo que, muy habitualmente, funcionan como voto protesta.
El voto nulo, sin embargo, es una manera de expresar claramente que, aunque estás de acuerdo con el sistema vigente, en el caso concreto de España, la monarquía constitucional y parlamentaria, y en general con la democracia, nadie te convence como para darle tu voto de confianza (literal y figuradamente).
La cosa está muy clara: aunque has ido a votar, y por tanto ejercido tu derecho democrático y así demostrado que estás de acuerdo con ello y con el sistema, también has elegido intencionadamente que tu voto no valga y que no se pueda contabilizar a favor de alguien; pues, el voto nulo, a nadie beneficia.
¿Cómo llevarlo a cabo? no os preocupéis que cualquiera que haya estado en una mesa electoral sabe que, a la mínima, ya están los de los partidos ojeando para asegurarse de que todos los votos se cuenten correctamente, de modo que cualquier voto que pueda ser invalidado, lo será (siempre de acuerdo con la legislación).
De todos modos, existen muchas maneras de hacerlo: tachar la papeleta, incluir más de una de diferentes partidos, incluir mensajes fuera de lugar… etc. Particularmente, mi favorita es incluir un trozo de las papeletas de todos los partidos, me parece de lo más simbólico y apropiado.
-VOTAR EN BLANCO
Este es el que yo llamaría el “voto de la estabilidad”, si no sabes a quién votar, y nadie te termina de convencer, puede ser útil… ¡pero mucho cuidado!, dar un voto en blanco (en España) implica beneficiar a los partidos con más votos sobre los que tienen menos, pues su función es decir que “estoy de acuerdo con la mayoría”, sea la qué sea, sea quién sea (con todo lo que ello implica).
Particularmente es un voto que no me termina de agradar, que me asusta un poco, y que doy muy raramente, pues es otorgar un cheque en blanco a Dios sabe qué y quién. Pero, innegablemente, no hay duda de que contribuirá más a garantizar una mayoría, y por tanto una estabilidad parlamentaria (y más en el sistema electoral español), más que cualquier otra de las opciones que enumero… con todas sus consecuencias, positivas y negativas.
Una vez más, muy poca gente sabe como se lleva a cabo este tipo de forma de voto, pues, al menos en lo que a España se refiere, no consiste en meter un papelito blanco dentro de los sobres. Por el contrario, de querer votar en blanco, lo que hay que hacer es, simplemente, meter el sobre en la urna, sin absolutamente nada dentro.
-ABSTENCIÓN
Hoy día, una de las opciones que causa más extrañeza y desconcierto en los recuentos y a los políticos, no porque no se practique, sino porque, generalmente, no se hace correctamente.
La abstención expresa el rechazo absoluto al sistema de la democracia, dicho de otro modo, lo consideras tan fuera de tu ideología que ni lo valoras o incluyes en tu vida.
Teniendo en cuenta que el sistema de monarquía constitucional y parlamentaria español es inclusivo con todo tipo de partidos, de todas las ideologías políticas imaginables (desde partidos de ultraizquierda hasta ultraderecha -los cuales fácilmente plantearían dictaduras y acabarían con el sistema vigente si se les diera la oportunidad-, incluyendo nacionalismos radicales con no escasas afinidades con terroristas; pasando por el medio, por suerte, por opciones que creen y protegen la democracia y el sistema vigente, que, afortunadamente, suelen ser las elegidas mayoritariamente hasta el día de hoy), es difícil imaginar por qué alguien no votaría, a menos que sea el colmo de lo reaccionario.
Es más, tendría que ser un comunista, anarquista o totalitarista tan radical como para no entregarle el voto a los partidos que tienen esa ideología y se presentan a elecciones. Y dado que es altamente dudoso que haya personas con ese grado tan desmesurado de fanatismo en España; a veces se suele interpretar también que la abstención se da por pereza, por desidia, exceso de confianza en el sistema o total falta de ella… da igual, no se puede saber, puesto que esa persona no ha dado su opinión en las elecciones.
En cualquier caso, es muy bueno saber lo que expresa la abstención, y, aunque cómo demócrata la considero una opción de voto tan respetable (aunque no la comparta) como cualquier otra, hay que saber que nuestras acciones tienen sus resultados y consecuencias, y que todo cuenta, incluso eso; por eso es tan importante votar, pero eso ya lo expliqué en otro artículo.
Dicho de otro modo, no te abstengas de votar si es que no sientes un absoluto rechazo a la monarquía constitucional y parlamentaria, es decir, la democracia vigente en España.
Y ya finalizando, sólo una última sugerencia: no votes por miedo, utilidad, que te hayan prometido el oro y el moro, o lo que te venga de oídas… vota por lo que tú realmente crees, aquello que consideras que te representa y merece la pena (para ti, tu familia, tu país, región, comunidad… etc). Piensa libremente, investiga, documéntate, no te dejes manipular ni fanatizar (pues, aunque no falte quien pretenderá hacértelo creer, no existen ni el bien ni el mal absoluto), examina y analiza tus opciones con detenimiento, y decide coherentemente cual es la tuya.
Votar es una responsabilidad, una alta responsabilidad, y si te la han entregado, por algo será: nunca lo olvides.
Por supuesto, si alguien considera que he olvidado algo importante (o quiere añadir detalles relevantes e interesantes sobre el sistema electoral de su país), sugiero que lo añada a través de un comentario.