Ámsterdam fue el centro económico del mundo durante buena parte del siglo XVII por la fuerza de su marina; Londres termino tomando su relevo hasta el siglo XX. El Museo de la Marina de Ámsterdam ocupa un antiguo arsenal de ese siglo de oro de Holanda, el XVII.
La navegación oceánica de altura hace imprescindible los instrumentos de situación tanto nocturna como diurna para determinar la longitud y latitud del lugar.
La latitud ofreció menos problemas: la medición de las alturas de los astros no es difícil: primero con pesados astrolabios de alidada, después con ballestilla, y más tarde con octantes y sextantes.
La longitud se resolvió tarde, cuando los relojes marinos alcanzaron la precisión suficiente con el cronometro de John Harrison en el siglo XVIII.
El museo en un ambiente nocturno lleno de estrellas muestra la evolución de los distintos instrumentos matemáticos. Quizá sea el sitio y las formas más adecuadas.
En otra entrada hablaremos del singular edificio.