La fecha de hoy, 23M, debería quedar para los anales quijotescos como el de la revelación de que la Ínsula Barataria que gobernó Sancho Panza no está en Alcalá de Ebro, Zaragoza, como parecía demostrado, sino en el barrio de Gracia, en Barcelona.
A las 20,00 horas se estrenará en los cines Girona el pasmoso documental “Enigma Cervantes” producido por el Institut Nova Historia (INH), con subvenciones de la Generalidad, TV3 y otros organismos independentistas.
Descubre que Cervantes era Miquel Servent, de Jijona, Alicante, localidad convertida en parte de la Gran Cataluña, que abarca grandes partes de España y Francia.)
Imperio que, como lo que envuelve el reinvento historiográfico, nos está saliendo carísimo a todos: están creando una estructura suntuaria para dar imagen de un Estado con creadores portentosos.
Con sueldos como los de los directores de los canales de TV3, cinco veces mayores que el del presidente del Gobierno, o de cualquier cargo medio, tres veces superior al de un ministro.
Tal Estado es una aventura ruinosa que alimenta a los pseudohistoriadores del INH, que descubren la catalanidad de Colón, el Gran Capitán, Cortés, Almagro, Leonardo da Vinci, Servet, Teresa de Jesús…
Indignados, afirman que una conspiración castellana –seguramente la de los gigantes de Don Quijote-- destruyó su verdadera historia, desde la del Caballero de la Triste Figura, cuyo original estaba en catalán, hasta las crónicas de la conquista de América; el misticismo de Santa Teresa, en realidad abadesa de Pedralbes, sólo puede inspirarse en ese lugar.
En este mundo paralelo todo notable era catalán, comparable al imaginado por Don Quijote, pero “Castella ens roba”.
Los sueños de grandeza independentista son quijotescos, locuras que se hacen realidad, como cuando a Sancho Panza le entregan la Ínsula Barataria para reírse de él.
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SALAS