En España mucha izquierda y los nacionalismos proponen imitar a la sociedad estadounidense. Quieren que Europa y España copien su sistema de integración de los inmigrantes, desconociendo que ese es su gran fracaso actual.
Comienzan admitiendo que deben aprender la lengua y la cultura mayoritaria de sus países de arribada, porque así sus hijos ascenderán socialmente, evitarán los guetos y no serán “topos invisibles” en la sociedad: y así debería ser.
Al final, “todos se sienten norteamericanos”, pero cada vez más es solo una apariencia.
EEUU no es el mejor ejemplo porque allí aparecen diariamente grupos que desdeñan los valores mayoritarios y practican el llamado “nacionalismo étnico multicultural”.
La integración de europeos es fácil porque son blancos, aceptan el inglés como lengua dominante y respetan los valores judeocristianos. Los pragmáticos asiáticos del Extremo Oriente y los hispanos blancos también se mimetizan.
Pero muchos africanos, incluso con varias generaciones allí, latinos de raíz indígena y musulmanes se mantienen fieles a sus orígenes y exigen –y consiguen-- el respeto atemorizado a sus supersticiones y valores ancestrales, algunos sumamente crueles y primitivos.
Este multiculturalismo está estimulado por el supremacismo blanco, creador de una educación y un lenguaje políticamente correctos que segregan a las minorías con halagos y condescendencia. Antes, y hasta los años 1960, se segregaban separándolos legalmente: mismo resultado.
Algunas minorías se creen esos halagos, se encierran en sí mismas, y se alejan de la integración: en EEUU están apareciendo muchas sociedades de topos. Visibles, pero topos.
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