Revista Opinión

Integración de refugiados

Publicado el 08 septiembre 2015 por Cronicasbarbaras

Al ver a las masas que huyen de las guerras árabes, y sobre todo las fotografías del niño ahogado en Turquía, ha surgido en Europa una ola de solidaridad personal, municipal y gubernamental que propone acoger a todos los refugiados e inmigrantes, pero también e inevitablemente a los posibles yihadistas y criminales infiltrados entre ellos.

Una emoción colectiva que, al margen de esos yihadistas y delincuentes, le impide a los buenos corazones prever qué pensarán dentro de tres o cuatro años con sus protegidos, y si serán vistos con igual piedad que ahora.

¿Tendrán trabajo, vivirán de la asistencia social o, como tantos llegados antes, de manteros o mendigos en supermercados?

Quien reflexiona así ante personas sensibleras, o políticos pseudoprogresistas que contaminan las buenas intenciones populares para venderles sus siglas, queda señalado como egoísta, xenófobo e inhumano.

Piénsese, sí, en la situación emocional y social de los refugiados e inmigrantes dentro de varios años.

Pero también en los españoles, incluidos los compasivos que los acogen en sus hogares, donde muchos pedirán comida halal, como los adultos saharauis en una solidaridad en decadencia por eso, precisamente.

Miremos otras imágenes poco divulgadas, casi ocultadas: centenares de jóvenes sirios que insultaban a los policías de Macedonia que les llevaban comida porque los envases mostraban el anagrama de la Cruz Roja.

Exigían que desapareciera esa cruz que es símbolo de atención a heridos y enfermos desde 1863: huían del terreno de la Media Luna Roja hacia el territorio de la cruz, pero la rechazaban escupiéndole.

Este es un ejemplo de los problemas que aparecerán a corto o medio plazo, y que permiten recordar a Huntington –y a Fallaci, Sartori, Hirsi-Ali, Wafa Sultan—anunciando el Choque de Civilizaciones que ya se sufre en numerosas ciudades europeas.

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SALAS

Tira Salas 3962


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